Bergman: el cine de la angustia. SONATA OTOÑAL

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El relato se caracteriza por su sencillez y dramatismo, que pertenece a la última etapa de Bergman, cuando ya podía prescindir de la retórica intrincada y compleja de sus primeras creaciones para aplicarse a una narración diáfana, pero intensa, llena de belleza y sabiduría.

La película trata la difícil y enigmática relación de una madre y sus hijas. Liv Ullmann, la actriz fetiche de Bergman, en el papel de hija, e Ingrid Bergman, en el de la madre. Fue la única película en la que participaron los célebres tocayos suecos, la actriz Ingrid y el director Ingmar.

El relato se basa en la fuerza interpretativa de dos grandes divas que bordan cada uno de los celajes emocionales que suscita el duelo dialéctico entre ambas. La música de Chopin, Bach y Handel le dan temperatura a una historia que gira en torno del encuentro fugaz entre estas dos mujeres separadas durante años.

Sonata de otoño

La madre, una famosa pianista que lo ha dejado todo por su carrera, enfrentará a la hija, cargada de razones y reproches que ya no quiere callar. Pero cuando habla, lo hace con un gesto aniñado, asustadizo; a veces con lágrimas en los ojos. Todavía siente respeto y admiración por esa madre abandónica, pero regia, imponente, a la que jamás podrá satisfacer ni conquistar. Una mujer que no es tan fría ni egoísta como parece, aunque gane en ella la que siempre fue, alguien que huye del dolor y necesita volver a su mundo, a su música.

Bergman le hace pronunciar a Liv Ullman en su largo y angustioso duelo una pregunta terrible: “¿Es la desgracia de la hija el triunfo de la madre?”.

La película rebosa de sentimientos y pone en el pivote a la condición humana, y a los humanos en su vulnerabilidad, fragilidad e impotencia. En la relación más cara y sentida, como es la de la madre e hija, radica el mayor de los dolores, el rencor, y también el amor más tierno. Todo fundido, amalgamado.

En las escenas de Sonata de otoño en que la vemos tocar el piano, quien en verdad lo hace es Käbi Laretei, ex mujer del director sueco y conocida pianista que, debido a un ligero parecido con Ingrid, trabajó también de doble de cuerpo.

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FILMOGRAFIA

Pueden distinguirse cinco etapas en el cine de Bergman:

  • Obras de juventud o impresionistas, 1945-1948;
  • De peso psicológico, 1948-1955;
  • De contenido simbólico, 1956-1963;
  • De expresión crítica, 1964-1980;
  • De reconstrucción genealógica, 1981-2007.

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Su primera película, Un verano con Mónica le brindó un éxito inmediato. Una de las películas europeas más famosas de todos los tiempos,  despertó fervor en la crítica francesa más vitalista (y más ávida de demostrar la audacia del cine europeo frente al academicismo norteamericano), y tuvo  enorme éxito, mayormente motivado por la imponente presencia de la Andersson y la célebre secuencia de altísimo erotismo (para la época, ahora parece hasta angelical).

Le siguieron: Noche de circo (1953), Una lección de amor (1954), Sueños (1955), Sonrisas de una Noche de Verano (1955), Como en un espejo (1961), Los comulgantes (1962) y El silencio (1963), Persona (1966),  La hora del lobo (1967), La vergüenza (1968), Una pasión (1969), Gritos y susurros (1972), Secretos de un matrimonio (1973), Cara a cara (1976), una película de una crudeza brutal y sumamente onírica, que ahonda de forma asfixiante en la psique de una protagonista perturbada. En 1977  El huevo de la serpiente, un curioso análisis del nazismo que quedaría ensombrecido por el éxito de su siguiente trabajo: Sonata de otoño, 1978.

En 1982 Bergman estrena su última película Fanny y Alexander, 1982. A partir de entonces se dedicó a su amado teatro y a rodar películas para televisión: Saraband y Secretos de un matrimonio, que la concibe como un homenaje a Ingrid, recién desaparecida.

Las protagonistas de sus películas fueron sus mujeres: Harriet Andersson en la primera etapa y luego Liv Ullman.

TEMATICA 

En su cine, explora temas como la soledad, la incomunicación, la ausencia de Dios, la locura, la angustia, las relaciones conflictivas, los traumas.

Dos dramaturgos, Henrik IbsenAugust Strindberg , le influyeron e introdujeron en los grandes temas que tanto lo atraían, cargados de una atmósfera dramática, agobiante y aun desesperanzada,

Su narrativa visual es lenta, con un montaje y una secuencia de planos que da un suficiente tiempo de reflexión en los espectadores.

Es recurrente en sus  películas el relato de las trayectorias de los personajes que los reconducen hacia sí mismos, hacia su propia conciencia. Son recorridos íntimos, enigmáticos,que se transforman en experiencias inquietantes, sobrecargadas de un denso dramatismo, que llevan de la historia personal a la visión de lo humano en forma genérica. Trayectorias que terminan en algunos casos en la locura o en la muerte, en otros en un estado de gracia, un momento metafísico que permite a sus personajes comprender más de su realidad, una revelación que los iluminará y modificará el curso de sus vidas. En algunos casos les servirá para exorcizar, conjurar y dominar los fantasmas que perturban el alma del personaje.

Los personajes de Bergman arrastran un pesado lastre en sus mentes, en sus sentimientos. La inquietud que sienten esos personajes es más o menos latente, pero progresivamente irá revelándose ante el espectador produciendo un efecto de iluminación y a veces sólo devastador. El estado de conflicto interno de los personajes origina relatos angustiosos y lacerantes.

RECUERDOS DE SU INFANCIA

El mundo metafísico de la religión influyó tanto en su niñez como en su adolescencia. Su educación estuvo basada en los conceptos luteranos: «Casi toda nuestra educación estuvo basada en conceptos como pecado, confesión, castigo, perdón y misericordia, factores concretos en las relaciones entre padres e hijos, y con Dios», escribe en sus memorias.

«Los castigos eran algo completamente natural, algo que jamás se cuestionaba. A veces eran rápidos y sencillos como bofetadas y azotes en el trasero, pero también podían adoptar formas muy sofisticadas, perfeccionadas a lo largo de generaciones».1 Muchas de sus obras están inspiradas en esos temores y relaciones violentas. El ritual del castigo y otras anécdotas de su infancia aparecen escenificadas en una de sus más reconocidas películas, Fanny y Alexander (1984),  donde Alexander es un niño de 10 años que es trasunto del pequeño Bergman. Y allí, en su infancia, es donde se pueden rastrear los elementos que lo marcaron toda su vida y constituyen los ejes temáticos de su cinematografía.

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LA ANGUSTIA

Con el cine de Bergman explotan las problemáticas del yo, de la subjetividad entendida individualmente, como una historia personal.

Atrás quedó la guerra, la pobreza. El comienzo de su cine coincide con el auge del psicoanálisis y de la psicología individual, el buceo en las cuestiones familiares, relacionales, en la historia y la construcción de una narrativa personal: cada persona es el relato que hace de sí misma.

La nouvelle vague explora los nuevos temas, la nueva forma de ver el mundo, la vida, los nuevos hábitos y formas de vida de los jóvenes, los cambios en los estereotipos de género, el concepto de lo joven surge como un tsunami cultural que conduce al Mayo del 68 francés. Los años ´60 marcan un antes y un después en la percepción y las ideas.

Antonioni muestra, exhibe la angustia. Es una angustia existencial, una incertidumbre, un estado de alma.

Bergman construye el marco, el fondo de una angustia siempre concreta, física. La explica, la expone. Se trata de problemas frente a los que se debaten sus personajes. Por relaciones conflictivas, dudas, estados psíquicos, padecimientos, hechos sufridos, la crueldad del mundo, las circunstancias.

Lo que muestra es la subjetividad y el sufrimiento al desnudo. Sus protagonistas están atrapados, no ven la salida. Y nosotros con ellos, nos sumergimos en el dolor humano.

Un dolor muy bien narrado, desarrollado.

EVOLUCIÓN EN EL CINE: El sufrimiento en el cine de hoy

El sufrimiento  que expone la cinematografía de Antonioni es existencial. El de la de Bergman es psicológico y concreto, definido.

¿Y que tipo de sufrimiento se expresa o se muestra en el cine de los nuevos directores de hoy?

No hay en estas nuevas poéticas cinematográficas padecimientos explícitos, los personajes ni siquiera saben que están carcomidos por la angustia. Es una angustia indefinida, que se esconde, es subterránea, se oculta bajo la superficie de confort, bienestar, consumo, satisfacción inmediata.

La nueva mirada de los directores como el sueco Ruben Ostlund o el austríaco Ulrich Seidl se posa sobre el vacío, la insatisfacción espiritual, las búsquedas inútiles e impotentes, los engaños del consumo, las carencias afectivas, los fanatismos, la rigidez de la normativa social, la imposición de modelos, los miedos a la exclusión o estigmatización.

Utilizan lenguajes cinematográficos sutiles, analíticos, irónicos.

Apuestas radicales contra el realismo en el cine de hoy

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CONTRA EL REALISMO

A propósito de ciertos directores que en su gesto de indagación crítica y de denuncia por un lado, y de vanguardia en cuanto al lenguaje cinematográfico que elaboran, trataremos de explicar la destrucción o ruptura que practican, con unos breves apuntes:

Las corrientes vanguardistas de entreguerras, como la Nueva Objetividad, el verismo, el expresionismo… practicaron distintas formas de ruptura o ataque contra la imitación realista.

En forma vehemente intentaban llegar a una imagen de lo real más verdadera que la realista. De ahí que distorsionan o exageran las apariencias para enfatizar lo feo. Era la realidad que estos artistas deseaban exponer. Su arte era crudo, provocativo y ásperamente satírico.

Buscaban salir del clishe o estereotipo de la representación para impactar en el público, para llamar la atención, para provocar.

Las autoridades nazis condenaron gran parte de la obra de la nueva objetividad considerándola arte degenerado.

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Tal vez algo de esto hay en la raíz de estas nuevas cinematografías, como la del sueco Ruben Ostlund (Involuntary, Fuerza Mayor), el austríaco Ulrich Seidl (Import/Export, Paraíso Amor), la suiza Jessica Hausner (Amour Fou), la franco suiza Ursula Meier (Home, La hermana), la francesa Pascale Ferran (Bird people).

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Como en la pintura

Podríamos hacer una analogía con la pintura: Caravaggio, por ejemplo. Fue tildado de destructor de la forma. Decían que había venido al mundo a destruir la pintura.

MATIAS SERRA BRADFORD, en una nota sobre el libro «DESTRUIR LA PINTURA» de Luois Marin, (publicado en Revista Ñ, 5.9.2015, p. 24) expone:

«Lo que en verdad este aniquiló con la otra punta del pincel fue el arte de imitar rastreramente.»

«Volverse sumiso hacia una realidad de una manera indócil puede dar como fruto un retrato más verdadero, de otro modo sólo será una buena copia. Es la diferencia entre Kafka y Knausgard, entre Tarkovsky y Ken Loach. El realismo es el que falsea y la voluntad de representación termina cometiendo un autosabotaje.»

«Caravaggio destruye la plintura, pero esa misión de destrucción destruye en cierto sentido la representación misma que funda la pintura, y entrega pues la pintura, el arte de la pintura, a un desfondamiento y, con esto, revela el arte de la pintura a sí mismo como representación sin fundamento, sin fondo».

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LA VOLUNTAD DE ROMPER CON LA FORMA REALISTA

A lo largo de la historia del arte se dan los movimientos de ruptura y de restauración. En realidad cada nuevo movimiento de vanguardia intenta diferenciarse de la convención anterior, proponiendo una renovación o ruptura.

El cine de autor, a partir de los años ´60, con las nuevas corrientes como la Nouvelle Vague, el Nuevo cine aleman, el post neo realismo italiano, ha practicado esta erosión del realismo en el cine.

En el cine más reciente, aparecieron directores que ejercen este gesto rupturista desde la construcción de los planos, el uso de las cámaras, la imagen, el tratamiento de los temas, todas estas cuestiones técnicas unidas a una fina y sutil reflexión crítica de la sociedad opulenta contemporanea.

No siempre resulta clara o fácil la lectura de estos nuevos lenguajes. Por su sarcasmo o ironía, exigen un entrenamiento o familiaridad con los códigos que proponen.

Son propuestas audaces, valientes, y exigentes. Crean un nuevo público. Nuevas formas de mirar.

Representan nuevas formas de hacer y de ver cine, nuevos directores y nuevos públicos.

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El cine poético de Naomi Kawase: Still the water

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STILL THE WATER (Futatsume no mado, Aguas tranquilas, Naomi Kawase, Japón, 2014)

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Toda la magia de la morosidad del ritmo, el tono, el encanto, la mirada desde otra cultura. Otra sensibilidad y otro modo de contar. Lo que caracteriza a la directora es lo poético de las imagenes, de las escenas, las situaciones y el relato en su conjunto.

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La imagen que refleja la alegria, la complicidad, todo concentrado en un momento de felicidad

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Dulzura, serenidad, otro modo de vivir internamente, otra filosofía, otras ideas que rigen la vida. Una armonía y conexion con el mundo externo, con la naturaleza, tal vez por saberse elemento que forma parte del universo, de esa naturaleza que los envuelve. Ser naturaleza, respetarla, vibrar con ella,  parece ser clave en la cosmovisión cultural que transmite Kawase en su cine. Si tuviéramos que definirlo con una palabra diríamos «Espiritualidad». Eso que tal vez nos falta en Occidente o en la cultura globalizada.

La naturaleza se acepta y se contempla, se disfruta como un regalo. La película destila un cierto misticismo en la propuesta, una espiritualidad que emana sin estridencias, un rayo de luz que ilumina y calienta un rostro al atravesar las ramas de un árbol centenario puede ser una invitación al nexo religioso o una metáfora de una despedida.

La naturaleza se coloca por encima del hombre, y los personajes establecen respecto de ella una relación armónica, Animales, mar, árboles, paisaje, cultivos, todo en un orden natural. No se la puede dominar. Ya se trate de un mar desatado en su furia o un tifón que atraviesa la isla, o la muerte humana misma, no se puede  sino aceptarla. De eso se trata, creo el pensamiento que intenta transmitirnos el cine de Naomi Kawase.

La constante presencia del mar refiere a la vida en la isla de Amami. Acogedor y amenazante, subyugante en su fuerza indomable, imposible de controlar por el hombre, el mar es esa madre de la que los dos adolescentes protagonistas de la película, Kaito y Kyoko, sienten la ausencia por muy diferentes razones. El mar se convierte en inesperado protagonista y demiurgo, embravece y se relaja, quita la vida o anuncia el inicio de un nuevo ciclo, repele y acoge

La vivencia de la vida y de la muerte, y la naturaleza están en el centro de sus narraciones fílmicas.

La trama es sencilla. Kaito y Kyoko son los protagonistas, los adolescentes que rebosan de vida, exploran el mundo, se funden con alegría y la felicidad de un momento, como el paseo en bicicleta, se enfrentan a la ausencia o la muerte, se interrogan y descubren la vida.

Respecto del sexo tienen una actitud contrapuesta: ella anhela esa primera experiencia con alguien a quien ama, mientras que Kaito se muestra ajeno al deseo, sufre en propia persona la carga derivada de los reproches pendientes a su madre, identifica sexo con suciedad, con promiscuidad,  no acepta una ruptura familiar y sufre la soledad de su hogar.

Kawase abandona su Nara natal para filmar la Islas Amani, tierra de sus ancestros. Una película sobre ciclos de amor y muerte que entrelaza la historia de una pareja adolescente con la enfermedad terminal una de las madres. El envoltorio, poderoso, bello y hostil., no es solo un decorado sino el mensaje de que la naturaleza es todo. Y que los seres humanos deben relacionarse con la muerte desde esa perspectiva.

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Escenas acuáticas que maravillan

Si hay algo que hace impactante esta película son las dos escenas acuáticas. Son escenas de una luminosidad y belleza únicas, que muestran lo que el cine puede llegar a ser en su lirismo y emoción estética.

El mar se presenta de un azul táctil, transparente. Kawase logra que sintamos el agua envolvente y los cuerpos que se deslizan suavemente, convertidos en verdaderos anfibios, provocando un efecto y una sensación de placidez y felicidad que connotan el líquido amniótico.

La calma después de la tempestad, los jóvenes rodeados de un líquido amniótico que tranquiliza su permanente inquietud e intranquilidad. El mar puede ser refugio y solución, en los problemas sus aguas oscuras y frías pueden invitar al suicidio, pero cuando sale el sol invitan al amor.

Kyoko bucea vestida con su uniforme escolar, rebozante de felicidad. En la segunda ambos jóvenes, juntos y desnudos, realizan un recorrido similar, alegres como nunca antes en la película, en lo que constituye la imagen de un futuro luminoso para reabrir el ciclo de la vida.

La muerte y la vida. La alegría y la tristeza

«¿Porque la gente nace y se muere?» pregunta un personaje, pregunta que parece ser el nudo temático de la película. Y la respuesta que se da inmediatamente es que no hay un motivo. Parece ser que en la mirada de Kawase la respuesta es la aceptación del universo natural, en el que se inserta también lo humano.

La madre es shamana, lo que la coloca entre los dioses y los humanos, en un cierto nivel sagrado, «los shamanes son como dioses» le explica a la hija. Y por eso no le da miedo morir, porque conoce el lugar de donde son los dioses.

La muerte se narra en la emocionante y también terrible escena del tránsito vital de la madre de Kyoko, una larga escena donde lo trascendente se funde con lo atávico y constituye un verdadero estudio antropológico.

Una muerte en paz que, pese a aceptarse con absoluta madurez y tranquilidad por la paz y espiritualidad que emana de su concepción, no deja de causar dolor en el marido y la hija. La muerte se transforma en una gran fiesta de despedida, en el fondo de dicha escena emana un alto componente religioso y tradicional, y Kawase no lo oculta, los habitantes de la isla participan con sus cánticos y bailes ancestrales en esa despedida que dibuja una sonrisa en la cara de la propia moribunda.

La película trasunta distintas emociones, el relato circula por momentos  de alegría y de  tristeza, de vida y de muerte, como si quisiera mostrar que la vida se compone de todo ello. La escena que abre la película muestra la muerte de una cabra por parte del viejo campesino, como si expresara esa filosofía en la que se funden la vida y la muerte en el ciclo vital. «La tristeza, al igual que la serenidad no se pueden medir», se expresa en el guión.

En el diálogo en el que la madre enferma trata de consolar a su hija, de prepararla para su ausencia, la instruye sobre la comunión de ambas: la vida de madre e hija están entrelazadas, por lo que el niña ya no está sola. Desaparece el calor físico, pero queda en el corazón de la hija, dice la madre. A lo que Kyoko responde: «No me alcanza».

El consuelo o la serenidad frente al dolor de la muerte de la madre no le llega a través de las creencias religiosas de su madre, sino de una búsqueda propia, personal. Kyoko busca su propio camino en el amor, la amistad, la alegría que le da el mar, la fuerza vital de la naturaleza, la intensidad de la vida.

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KAWASE

ENTREVISTA A NAOMI KAWASE

PREGUNTA.: En Cannes dijiste que «Aguas tranquilas» es tu película más lograda en cuanto a técnica e interpretación de los actores. ¿Por qué?

RESPUESTA.: Esta película fue rodada en una isla llamada Amami. Pasé dos meses y medio en la isla con todo el equipo y los actores y, ayudados por la cultura y naturaleza, fuimos capaces de terminar la película.

Durante la producción, el equipo entero se adaptó al estilo y cultura de la isla. No solo los actores aceptaron este particular estilo de dirección, sino que todos vivimos como isleños. La experiencia fue más que hacer una película.

Además, nos acompañaron una serie de milagro. Fuimos capaces de filmar un tifón real y capturar una belleza en la luna llena como nunca habíamos visto. Así que, para agradecer a los actores, equipo, colaboradores y naturaleza, considero está película mi obra maestra.

P: La película habla sobre cómo la relación amorosa que tienen los padres condiciona y determina las relaciones amorosas de los hijos. ¿Hasta qué punto hablas de tu juventud en Nara? 

R.: Mis padres biológicos se divorciaron antes de que naciera y no crecí con ninguno de los dos. En la película, Kaito, uno de los personajes principales tiene padres divorciados y el otro está a punto de perder a su madre. Para desarrollar piscológicamente estos personajes reflejé mis propias experiencias de niña.

Estoy en los 40 y soy madre, pero todavía puedo verme a mí misma como alguien en el proceso de convertirse en mujer. La madre de Kaito, que vive en las Islas Amami tras divorciarse, tiene su pareja. Puedo entenderla también, como mujer de mi generación que es, y puedo entender que su manera de actuar cause cierto resentimiento y ansiedad en su hijo adolescente. Yo los experimente al saber cómo era mi madre: nunca viví con ella pero se casó 4 veces y tuvo hijos con diferentes maridos. Es una experiencia que me ha ayudado a explorar los sentimientos de Kaito.

P.: ¿Qué es lo que más te fascinó de las Islas Amani? 

R.:Mis raíces vienen de las Islas Amami. Mi madre biológica nació y creció allí. Me enteré de este hecho hace solo 10 años. Todavía existe animismo en la isla y la gente venera la naturaleza como parte de su vida diaria. Encontré fascinante y maravilloso que la gente creyera que dios resida en una pequeña piedra o una hoja, y contemplé su modestia al enfrentarse a la todopoderosa presencia de la naturaleza.

Para representar algo de su cultura propia, incluí en la película una ceremonia de danza tradicional llamada ‘danza de Agosto’. De algún modo, usando estos elementos que son tradición desde tiempos antiguos, podemos ver la vida moderna desde otra perspectiva, que pensé que podía proporcionarnos algún tipo de pista para solucionar los problemas a los que nos enfrentamos.

P.: En la película, la naturaleza tiene un valor simbólico, casi transcendente y religioso. ¿Qué significado tiene para ti el mar? ¿Y la tormenta? 

R.:El montador de la película es francés y me dijo que en su idioma la palabra mar también significa madre. Los humanos venimos del mar. En este sentido, es nuestro hogar y nuestra madre. Sin embargo, no podemos vivir bajo el agua ya, y, en este sentido, el mar representa también ‘la muerte’ para nosotros.

Así que contiene diferentes aspectos y es muy difícil representarlo como un elemento, pero era uno de los desafíos a los que enfrentaba: he tratado de representar la complejidad del mar como reflejo de la complejidad humana.

Respecto al tifón, para mí y muchos de nosotros son amenazas que destruyen muchas cosas, incluso nuestras vidas. Sin embargo, al mismo tiempo, para los isleños son parte de su ciclo vital. Llegan, arrancan árboles viejos, y dejan que la luz solar entre en el bosque para que crezcan nuevas plantas. En este sentido, también son signos de renacer.

P.: La aceptación de la muerte es una de tus obsesiones. ¿Por qué regresas una y otra vez?

R.:Soy humana. Todos hemos nacido y estamos destinados a morir. Siempre que pienso en la vida que llevo, la gente que conozco, mis actos creativos, y lo que dejo para el futuro… siempre situó el tema de la muerte en la base, en la creencia que el acto de explorar y representar la muerte es el acto de explorar y representar la vida.

P.: Muestras el contraste de la Isla de Amami y Tokyo. El Japón rural y urbano. ¿Te encuentras cómoda en los dos?

R.:Para muchos de nosotros, que vivimos en el mundo moderno y estamos acostumbrados al uso constante y muy práctico de la electricidad y agua, sería muy difícil decir que la vida en la naturaleza, sin tanto lujo, es mejor que la que tenemos. Por el contrario, los isleños de la película, incluso aunque vivan con la amenaza de la naturaleza, podemos decir que tienen el lujo de lazos estrechos, ayuda y conexión mutua.

No juzgo qué es mejor. Como se puede ver en la escena que Kaito visita a su padre en Tokio, vivir en una ciudad grande tiene cosas positivas y al contrario sucede lo mismo. Lo que es importante es conocer las diferencias, saber el hecho de que existen diferentes vidas y valores.

P.: ¿Percibes diferente la relación con la muerte de los orientales a las que tienen los occidentales?

R.: Me siento ignorante para hablar de Asia, pero, como la base de la cultura asiática incluye Japón, creo que tenemos ese aspecto de intentar aceptar a los ‘otros’ y no dibujar una línea clara, sino en su lugar, crear un área gris entre las cosas y pensar en rellenarlo.

Por ejemplo, en Japón, tenemos el tradicional arte dramático del Noh, y también el arte del Haiku. Ambos valoran este, por así llamarlo, espacio vacío o ‘nada’ para que los espectadores o lectores lo completen. Sin decirlo todo, pienso que estas formas de expresión tocan esencias universales. Estos valores no casan bien con la racionalidad o la eficiencia que las sociedades modernas promueven. Pero aunque las sociedades se modernicen cada vez más, nuestra esencia humana es la misma. Y eso es lo más imporante, más alla de considerarnos asiáticos, europeos o americanos. Conocer a cada persona que nos encontremos nos llevará más allá de fronteras, colores y culturas.

P.: Has declarado admirar a Víctor Erice. ¿Qué es lo que más admiras de su cine?

R.:En 2011, cuando el terremoto de la región Tohoku y la crisis de central nuclear de Fukushima, lanzamos el proyecto 3.11 A sense of home flims. Pedimos a 21 directores que filmaran un cortometraje de 3 minutos sobre el tema ‘Hogar’. No teníamos dinero pero los 21, entre ellos Víctor Erice, aceptaron. Para el estreno vino desde España hasta mi casa en Nara.

Lo que llamamos arte a menudo es absorbido por lo que llamamos ‘entretenimiento’, especialmente cuando tratamos de dirigirnos a la masa. Las cosas superficiales tienden a enfatizarse más que las que están por debajo. Vivimos en ese mundo, pero siento mucho respeto por Víctor Erice, que trata de explorar la esencia de las cosas tomándose su tiempo.

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La Venus de las pieles, de Roman Polanski

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Dominación, sometimiento y perversión

Los temas de la cinematografía de Polanski encuentran en Sacher-Masoch su más perfecta fuente de inspiración. Clima claustrofóbico, obsesivo y opresivo, y de una fascinante intelectualidad.Temática que ya había tratado en películas como  El cuchillo en el agua, Repulsión, Lunas de hiel y La muerte y la doncella. Las formas de dominación, sometimiento y perversión en la relación de sólo dos personajes sostienen la trama.

La película se basa en la obra homónima del dramaturgo David Ives, uno de los éxitos de la temporada 2010  en Nueva York y ganadora de un premio Tony.

Polanski sostiene sus personajes en dos decisiones que rozan lo enfermizo: su mujer, Emmanuelle Seigner, es la protagonista, y ha buscado un actor, Mathieu Amalric, de gran parecido físico con él, al que ha peinado con su estilo de joven, y al que acaba travistiendo en un momento que remite de modo irremisible al propio director en su película (como realizador y protagonista) El inquilino, de 1976.

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La trama en sí es simple:  el director teatral Thomas Novachek  busca una actriz para protagonizar su adaptación del texto La venus de las pieles del austríaco Leopold von Sacher-Masoch, obra que dio origen al término masoquismo. Después de un día de audiciones a actrices para la obra que va a presentar,  Thomas se lamenta de la mediocridad de las candidatas; ninguna tiene la talla necesaria para el papel principal de Wanda,  el personaje que representa ideal de mujer, y encarna a la diosa Venus o Afrodita.  En ese momento llega al teatro ya vacío Vanda, un torbellino de energía que encarna todo lo que Thomas detesta: es vulgar, ordinaria, atolondrada. Cree que la obra se basa en una canción de Lou Reed (en un guiño irónico, dado que efectivamente el músico con su banda The velvet underground tiene una canción grabada en 1967, en su album debut, titulada Venus in furs)

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Pero esta mujer con su personalidad se le impone, y él quedará perplejo y cautivado por la metamorfosis que experimenta la mujer: comprende perfectamente el personaje y conoce el guión de memoria. Mientras la prueba se alarga, la intensidad entre ellos se incrementa y la atracción se convierte en una obsesión. En realidad en este punto, en la relación de dominación y deseo, de poder y excitación, radica el centro temático y narrativo que desarrolla la película.

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La pieza relata una prueba de reparto y, en realidad, quizá no estemos más que ante un personaje dual que, en su desesperación y mirándose en un metafórico espejo, inventa su propia Venus para dialogar consigo mismo y acabar fundiendo,  hasta converger en un autoinculpación como artista y como persona, llegaremos casi a la extenuación en cuanto a niveles de representación.

El diálogo requiere una gran complicidad por parte del espectador,que al ser capturado por el lenguaje de Polanski, queda atrapado por el morbo,  el ambiente oscuro y enfermizo que se va generando entre los personajes. EL diálogo es altamente exigente para el público, dado que los actores hacen comentarios y cuestionan el texto que están ensayando, y estos comentarios a menudo se confunden con el texto mismo, lo cual vuelve ambiguo y desconcertante el diálogo.

El juego de espejos y las fronteras difusas entre las identidades de los dos únicos personajes en escena se suceden. Los papeles cambian, la mujer vulgar que mastica chicle se transforma cuando recita en una mujer culta, sensual y dominante; y el petulante y sofisticado director teatral se ve sometido por alguien que él consideraba inferior. Ese sometimiento, como el de Severino cuando de niño era castigado por su tía, es experimentado con delectación.

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Miedo, castigos, sometimiento, humillación, fetichismo de las pieles

La historia de Sacher-Masoch le sirve a Polanski para explorar e indagar en el tema del deseo y el éxtasis.

Las situaciones son llevadas a un punto extremo, tal vez, pero no dejan de hablar de los sentimientos tan universales y sin embargo escurridizos. Tales como el miedo que siente el hombre frente a la mujer que ama, la fascinación del deseo, la fantasía y la imaginación en la construcción del amor.

Desde los inicios de su carrera el director trata estos temas, poniendo en relación lo sexual con la violencia y la angustia moral.

LA VENUS DE LAS PIELES DE LEOPOLD VON SACHER-MASOCH

Cuando un amigo le cuenta a Severin von Kusiemski un sueño que tuvo con una Venus que vendía pieles, Severino le entrega un manuscrito llamado Confesiones de un hipersensual, donde cuenta su historia de amor con Wanda von Dunajew. Severin está obsesionado con la rubia Wanda, que le somete a todo tipo de humillaciones sexuales. El libro es digno hijo de la escuela vienesa del fin de siglo y el origen de casi toda la literatura de dominación: hay cuero, tacones, látigos, infidelidades, tortura por celos, interpretaciones psicoanalíticas irresponsables y, por supuesto, pieles, que la domina debe llevar cuando se sienta «especialmente cruel». Los dos protagonistas cierran su relación con un contrato vinculante en el que se comprometen a ser dueña y esclavo durante seis meses. Finalmente, Wanda le propina el castigo último, abandonándole por otro.

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Aquel affair estaba inspirado en uno real, que el autor mantuvo con la escritora Fanny von Pistor. A Sacher-Masoch le gustaba jugar al oso y hacerse cazar, o vestirse de sirviente, romper cosas y hacerse castigar por una mujer opulenta envuelta en pieles y armada de un látigo. También le gusta prostituir a su amante o ver cómo se entrega a otros hombres. Los dos amantes escaparon juntos a Venecia, donde dieron rienda suelta a su fantasía sin arruinar su reputación. Su contrato incluía una cláusula de ocho horas diarias en las que el autor podía dedicarse a escribir (presuntamente, este libro) y donde la domina se compromete a no leer sus cartas y manuscritos.

El filósofo francés Gilles Deleuze le dedica un extenso ensayo (se puede ver la Introducción http://www.vivilibros.com/excesos/08-a-02.htm) , donde dice que el libro de Sacher-Masoch “desexualiza” el amor.

Anexo: Fragmentos del texto La Venus de las pieles

—Yo… por ejemplo —dijo riendo y echándose hacia atrás—, tengo disposiciones de déspota… también poseo la pelliza indispensable… Pero, ¿de veras? ¿Tuvisteis sinceramente esta noche miedo de mí?
—Sinceramente.
—¿Y ahora?
—Ahora, sinceramente, sigo teniéndole.

…….

—Es innata en mí, y ya de niño di muestras de esta predilección. Además, la piel ejerce una acción excitante sobre todas las naturalezas nerviosas, casi en general, como todas las leyes físicas. Es una atracción física, tan extraña como excitante. En estos últimos tiempos, la ciencia ha descubierto cierto parentesco entre la electricidad y el calor, y la acción que cada una de estas fuerzas ejerce sobre el organismo humano se aproxima a la de la otra. La zona tórrida engendra hombres apasionados; una atmósfera caldeada, la exaltación. Lo mismo ocurre con la electricidad. La compañía de los gatos produce efectos beneficiosos, que parecen verdaderos sortilegios, para las naturalezas excitables. No me choca que esos encantadores animales, lindas baterías vivientes de electricidad, fueran favoritos de Mahoma, de Richelieu, Crébillon, Rousseau, Wieland, etc.
—Y una mujer que lleva una piel —interrumpió Wanda—, ¿no es otra cosa para usted que un gato grande, una batería eléctrica?
—Sin duda, y así es como me explico el simbolismo que atribuye la piel al poder y a la belleza. Por esto, desde las primeras edades del mundo las adoptaron los reyes, y así también una tiránica nobleza tuvo la pretensión, mediante las leyes suntuarias, de reservárselas como un privilegio exclusivo, mientras a su vez los grandes pintores las destinaban a las bellezas grandes. Rafael y el Tiziano no encontraron fondo mejor que una piel oscura: aquél, para las divinas formas de la Fornarina; éste, para el cuerpo rosado de su bien amada.
—Le doy a usted gracias por esta disertación erótica —contestó Wanda—, pero no me lo ha dicho usted todo; usted añade aún otro sentido particular a las pieles.
—Ya le he dicho a usted y la he repetido que el dolor posee para mí un encanto raro, y que nada enciende más mi pasión que la tiranía, la crueldad y, sobre todo, la infidelidad de una mujer hermosa. Esta mujer, este extraño ideal de aborrecible estética, me lo imagino como el alma de Nerón en el cuerpo de Friné.
—Comprendo; eso da a la mujer algo de imperioso, de imponente.
—No es eso todo —continué—. Ya sabe usted que yo soy ultrasensualista, que en mí toda concepción procede, ante todo, de la imaginación y que se nutre de quimeras. Desde que, hacia los diez años de mi vida, pusieron en mis manos la vida de los mártires, me he desarrollado y sobreexcitado en este sentido. Recuerdo que leía con un horror que constituía para mí un verdadero embeleso, de qué manera languidecían en la prisión, les extendían en las parrillas, les atravesaban de saetas, les hervían en pez, les echaban a las fieras, les crucificaban, sufriéndolo todo ellos con una especie de alegría. Sufrir, soportar crueles torturas, me parecía entonces una forma de placer, sobre todo si estas torturas se infligían por la intermediación de una mujer guapa; de manera que para mí, siempre y en todo tiempo, toda poesía y toda infamia están concentradas en la mujer. Y la he rendido
culto. Veía en la sensualidad algo sagrado, quizá lo único; en la mujer y su belleza, algo divino; en ella, el problema más importante de la existencia. La propagación de la especie es, ante todo, su vocación. Veía en la mujer la personificación de la naturaleza, Isis; y en el hombre, su sacerdote, su esclavo. Y veía a la mujer cruel con él, como la naturaleza, que aleja de sí lo que ha servido ya y ya no necesita; mientras para el hombre son verdaderas delicias los malos tratamientos, la misma muerte dada por una mujer.
—Usted no está en su buen juicio.
—Quizá. Pero, escúcheme usted. Desde entonces leí con verdadera avidez historias en que se pintan las más espantosas crueldades, y miraba con atractivo especial las estampas y grabados que las ilustraban: tiranos sanguinarios que se sentaron en un trono; inquisidores que sometieron a tormento a los herejes, degollándolos y quemándolos vivos; depravadas, bellas y despóticas mujeres, como Libusa, Lucrecia Borgia, Inés de Hungría, la reina Margot, Isabeau, la sultana Roxelana, las zarinas rusas del siglo pasado…, todas vestidas de pieles o con ropas guarnecidas de armiño.
—De suerte que una piel despierta siempre en usted extrañas visiones —interrumpió Wanda, envolviéndose, llena de coquetería, en su soberbio manto de piel, de tal modo, que la pelliza de cebellina de sombríos reflejos dibujaba maravillosamente su busto y sus brazos—. Y ahora, ¿cómo se encuentra usted? ¿Está usted ya medio atacado?
—Sí, usted ha vuelto a despertar en mí mis fantasías favoritas, dormidas hacía tanto tiempo.
—¿Cuáles?
Ser el esclavo de una mujer hermosa; tal es lo que amo, lo que adoro.

…….

— Arregla los asuntos en el término de veinticuatro horas, porque pasado mañana salgo para Italia y te llevaré conmigo como criado. —¡Wanda!
—Quedan prohibidas esas familiaridades —me dijo, acentuando la palabra de un modo incisivo—, como asimismo que entres en mi habitación sin que te llame y que me hables sin que te invite. Desde hoy no te llamarás Severino, sino Gregorio.
Me estremecí de indignación —no puedo negarlo—, pero también de placer y de una emoción insuperable. —Pero, señora, usted conoce bien mi situación; yo dependo todavía de mi padre, y dudo que disponga en mi favor de una cantidad tan crecida como la que supone el viaje. —¿Quiere decir que no tienes dinero? —preguntó Wanda encantada—. ¡Tanto mejor! Así dependerás completamente de mí, como un esclavo. —Pero usted no considera —intenté objetar— que me es imposible, como caballero…
—Lo que yo sé —interrumpió ella con imperio— es que, como caballero, usted se ha comprometido, bajo juramento, bajo palabra de honor, a seguirme, como esclavo, donde yo quiera, y a obedecerme en todo. ¡Basta ya, Gregorio!
Cada vez que el tren se detiene, corro a su vagón en espera de órdenes, sombrero en mano. Unas veces quiere café, otras un vaso de agua, una copa, agua tibia para lavarse las manos, mientras se deja hacer la corte por un par de caballeros que van en su departamento. Yo me muero de celos y me apresuro a cumplir las órdenes de mi dueña, sin perder el tren.
Nos detenemos en Viena un día para hacer ella unas compras, toda una serie de lujosos vestidos. Voy en su coche como criado. De tienda en tienda marcho detrás de Wanda, a diez pasos de distancia, sin que me honre con una sola mirada amistosa, recibiendo paquetes y dejándome ir cargado, sin alientos, como un mulo.
Antes de marcharnos ha cogido toda mi ropa, la ha repartido entre los criados del hotel y me ha hecho poner una librea, un traje al uso de Cracovia, de colorines, azul claro con rojo, con una gorrita adornada con plumas de pavo, que no me sienta del todo mal. Llevo sus armas en los botones de plata de mi traje. Me parece estar vendido o que he entregado mi alma al diablo.

CONTRATO
ENTRE LA SEÑORA WANDA DE DUNAIEW Y EL SEÑOR SEVERINO DE KUSIEMSKI

«El señor Severino de Kusiemski quiere, desde el día de hoy, ser el prometido de la señora Wanda de Dunaiew, renunciando a todos sus derechos de amante y obligándose, bajo palabra de honor y caballero, a ser su esclavo, en tanto que ella no le conceda libertad.
Como esclavo de la señora Dunaiew, tomará el nombre de Gregorio, y se compromete a satisfacer sin reservas todos los deseos de la susodicha señora, su dueña, obedeciendo todas sus órdenes, siéndole humildemente sumiso, considerando cualquier merced que reciba como Uña gracia extraordinaria.
La señora Dunaiew, no sólo adquiere el derecho de golpear a su esclavo por las faltas que cometa, sino también el de maltratarle por capricho o por pasatiempo, incluso hasta matarle, si le place. Queda, en suma, en su propiedad absoluta.
Si la señora Dunaiew concede libertad a su esclavo, el señor Severino de Kusiemski se compromete a olvidar todo lo que, como esclavo, haya podido sufrir,
y a no vengarse jamás, en ninguna manera por ningún medio y bajo ninguna especie de consideración, ni a ejercitar acción alguna contra aquélla.
Por su parte, la señora Dunaiew se obliga a comparecer vestida de pieles con la mayor frecuencia ante su esclavo, incluso cuando se muestre cruel para con él.