Esposas y concubinas, de Yimou

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Película de 1992 del afamado director chino Zhang Yimou, adaptación de una novela de Su Tong, de 1987. La película fue posteriormente adaptada a un ballet, dirigido por el mismo Zhang Yimou para el Ballet Nacional de China

Notable por su opulencia visual y el suntuoso empleo del color rojo, color de los faroles, con gran carga connotativa en el marco del relato.

La película se ubica en una zona rural de la China de los años 20, durante la era de los señores de la guerra, años antes de la guerra civil.La recreación de época es exuberante, impactante.

Parte de la crítica encontró en la película una alegoría velada de crítica al autoritarismo del Partido comunista gobernante en China.

 

 

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Una provincia china a comienzos del siglo XX. Una joven muy bella llega, por un camino montañoso y solitario, a una casa imponente.  Fue comprada para ser la cuarta esposa del amo de la fortaleza. Debió abandonar la universidad al morir su padre. La madrastra le ofreció la disyuntiva de ser la esposa única de un pobre o ser una esposa más (en realidad una concubina) de un rico y ella eligió lo segundo.

El señor ni siquiera la eligió, su hombre de confianza se la compró a la madrastra.

Al ingresar a la casa del amo, las esposas-concubinas lo primero que pierden es su nombre. Desde el momento en que penetran al gineceo, se las reconoce por el número de llegada a la mansión: primera concubina, segunda, tercera, y así sucesivamente. La universitaria es la cuarta.  Estas mujeres son despojadas de su identidad.

Tampoco se pronuncia el nombre el señor, y tampoco se lo muestra en la película. La presencia de su poder es lo que está presente y se siente a traves de los personajes y el relato. El señor, más que una persona es la representación del poder. Aunque también  está expuesto al poder de los demás.

Las mujeres ya no son dueñas de sus vidas. Lo que se reafirma constantemente es su condición de concubinas (del latín concumbo: acostarse con alguien). Es decir, sometidas a la cama del dueño.

Las rivalidades que el amo siembra entre ellas no son aleatorias. Están al servicio del juego del poder. Las peleas divisorias internas engordan al poder hegemónico.

La actitud de la cuarta concubina que, por su condición de intelectual, parecería menos apta para la sumisión que el resto de las mujeres. Pero es tan apta como cualquiera para el odio, que deja caer sobre su pequeña sirvienta.

Cada concubina tiene sus propias dependencias edilicias. Un especie de casita dentro de la casa grande. Departamentos internos independientes compartiendo un patio común y sin cocina. Una especie de panóptico. Además, cada una tiene su propia sirvienta, independientemente de las sirvientas generales de la mansión. Las construcciones arquitectónicas forman parte de los dispositivos de poder y dan cuenta de ellos.

 

 

 

En todas sus películas el personaje femenino está potenciado.

Dice Yimou en una entrevista: «Históricamente, en la sociedad china la mujer siempre ha sido relegada, ha sufrido mucho más que el hombre, todo siempre le ha sido mucho más difícil en la vida. Pero de estas enormes dificultades, la mujer china ha sabido sacar una gran determinación que la han convertido en una fuerza social extraordinaria. Esto hace también de la mujer china un excelente material dramático para el cine, que yo he utilizado en todas mis películas.»

 

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Zhang Yimou: Potencia de las imágenes y los colores

Yimou le concede a las imágenes y el colorido una importancia suprema, no sólo como elemento estético fascinante, sino como fachada de una interpretación más profunda. Esta elaboración cromática y estética hizo que su lenguaje cinematográfico se destacara y colocó el cine chino en el mapa internacional.

Con Sorgo Rojo, adaptación de la novela de Mo Yan (que ganaría el Premio Novel 2012) Zhang Yimou ganó en 1988 el Oso de Oro en el Festival de Berlín. Y así iniciaba su carrera en el cine internacional.

Semilla de crisantemo retoma la relación amo viejo-joven esposa, binomio que se convertirá en otra constante en el cine de Yimou.Semilla de crisantemo retoma la relación amo viejo-joven esposa, binomio que se convertirá en otra constante en el cine de Yimou.  Ganó el Premio al Mejor Director en Cannes y el Hugo de Oro en Chicago, y fue nominada al Oscar como mejor película extranjera. Pero fue prohibida en China, aun cuando fue recibida calurosamente en los festivales internacionales.

En 1991 estrenaba Esposas y concubinas, por la que recibió el Premio  León de Plata en el Festival de Venecia, y es considerada la película más perfecta del director.

Posteriormente abandonó los títulos de época. Yimou siguió recibiendo premios en los festivales internacionales:  Qiu Ju, una mujer china recibió el León de Oro en Venecia.  ¡Vivir! ganó el Gran Premio del Jurado en Cannes en 1994.

 

 

 

El cine de Yimou hoy

De sus últimas películas y del cambio en su cinematografía, explica Yimou:

«Tanto El camino a casa como mi película anterior, Ni uno menos, son películas de presupuesto mucho más bajo que el de mis films anteriores. Son películas hechas como una reacción contra las tendencias actuales del cine chino, como una reacción contra la lógica del mercado. Quería que fueran películas simples, inmediatas y ancladas en la realidad, que se conectaran de manera directa con los sentimientos y las emociones del espectador. Lo que quería mostrar era los pensamientos y los sueños de la gente común al fin de este siglo, en el que China está cambiando tan vertiginosamente. La presión del mercado es terrible. Queremos mantenernos fieles a nosotros mismos, ¿pero cómo, de qué manera? En los años 80, cuando empecé a hacer cine, nuestras películas encontraban su público de manera muy natural, pero ahora es mucho más difícil. Tenemos que preservar las mejores tradiciones del cine chino.»

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Artemisia

 

 

Dirigida por la también artista plástica francesa Agnes Merlet y protagonizada por la hermosa Valentina Cervi, estrenada en 1997, hace una excelente recreación de la época.

En el centro de la trama de esta hermosa producción de cine histórico y biográfico, coloca el tortuoso episodio de la vida de Artemisia Gentileschi, pintora italiana de la primera mitad del siglo XVII.

El relato cinematográfico muestra su afán por  trabajar con el desnudo masculino, con modelos reales y su relación con el maestro Agostino Tassi, por todo lo cual fue considerada «inmoral»  en la sociedad de aquel entonces.

A Merlet le interesa la cuestión femenina, la singularidad que significa ser artista mujer y las dificultades contra las que tienen que luchar la mujeres en un medio masculino y sexista.

 

 

ARTEMISIA ARTISTA PLÄSTICA

Su pintura es caravaggiana, barroca,  de contrastes de luz y sombra, sus figuras humanas son vivas, táctiles, pintó el cuerpo humano como nadie lo habia hecho hasta el momento.

Es considerada la primera pintora reconocida, ya que fue la primera mujer que logró ingresar a la Academia de Florencia y que tuvo un trabajo oficial como pintora.

Aprendió con su padre, y tuvo que luchar contra la época.

Su obra era extraordinaria. Sus pinturas se exhiben en El Louvre, en el Metropolitan, en el Museo del Prado, en Cappodimonti de Nápoles.

 

 

La trama de la película se inicia cuando a los 19 años su padre la puso bajo la instrucción del pintor Agostino Tassi para que le enseñase perspectiva, ya que las escuelas de Bellas Artes no permitían la inscripción de mujeres. La narración abarca la relación con su maestro y las consecuencias de la misma.

En 1612, Tassi violó a Artemisia e intentó calmar la situación con promesas de matrimonio que no se cumplieron, ya que resultó ser casado, por lo que Orazio inició un juicio en su contra ante el Tribunal Papal. El proceso, que duró siete meses, fue tremendamente humillante y traumático.

Artemisia relató con crudeza los hechos de su violación -testimonio que se conserva en los registros de la época-, fue sometida a exámenes ginecológicos y se le aplicaron instrumentos de tortura en los dedos para comprobar la veracidad de su relato.

La dramaticidad de la violación y el sufrimiento que le ocasionó el proceso están presentes en su obra, en la intensidad expresiva de las heroínas de sus cuadros: Judith, Susana, Cleopatra, Diana, Ester…

La que es considerada su obra maestra, «Judith decapitando a Holofernes», contiene su propio rostro y el de Tassi.

En el transcurso del proceso se pudo comprobar también que Tassi intentó asesinar a su esposa, a quien consiguió por violación, cometió incesto con su cuñada y quiso robar unas pinturas de Orazio, y por todo esto fue condenado a un año de prisión y el exilio de los Estados Pontificios.

Para restablecer su honra, Artemisia contrajo matrimonio con un modesto pintor, Piero Antonio Stiattesi, un mes después del juicio. Posteriormente, en su obra “Judith decapitando a Holofernes” (1612-1613), se dice que la artista reflejó su sufrimiento emocional en el gesto casi placentero y de intensa determinación de Judith al realizar este acto, nunca antes representado de esta manera.

 

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Su padre y Agostino Tassi volvieron a ser amigos y trabajar juntos cuando este último recuperó la libertad, hecho que se sumó al dolor y la humillación de Artemisia.

 

 

 

PINTURAS DE ARTEMISIA GENTILESCHI

 

SOBRE LA VIDA DE ARTEMISIA

 

El 8 de julio de 1593 nació en Roma Artemisia, la hija del pintor barroco Orazio Gentileschi, seguidor del estilo de Caravaggio. La niña perdió a su madre a los doce años y quedó al cuidado de su padre, quien la guió en el arte de la pintura, mostrándole el trabajo de los artistas de Roma y enseñándole la técnica del contraste de luz y sombra (chiaroscuro) característico del tenebrismo, que tuvo gran influencia en su obra, si bien ella llegó a tener una manera muy personal de enfocar los temas.

A los 16 años pintó «Susana y los viejos».

Artemisia y su marido se mudaron a Florencia, donde la artista fue la primera mujer en ser admitida en la Academia del Dibujo, pudo relacionarse con artistas reconocidos, conseguir el patronazgo de nobles y mecenas importantes, y tuvo una buena relación con Galileo Galilei.

Se trasladó a Roma, luego a Venezia, y por último a a Nápoles, donde permaneció por el resto de su vida, exceptuando una breve residencia en Londres.

En su breve período en Londres, donde fue en 1638 a reunirse con su padre en la corte de Carlos I de Inglaterra, lo ayudó en los encargos de la reina. Al morir su padre, Artemisia abandonó Inglaterra justo cuando allí se iniciaba la guerra civil.

Vivió sus últimos años en Nápoles, donde se pensaba que había muerto hacia 1652 o 1653, pero recientemente se han encontrado registros de que todavía recibía encargos en 1654, aunque ya dependía para ejecutarlos de su asistente.

Es probable que la artista haya muerto durante la plaga que hubo en Nápoles en 1656, y fue prácticamente olvidada después de su fallecimiento. Solo en épocas más recientes su figura inspiró a escritoras, dramaturgas y cineastas.

Su época fue una explosión de figuras femeninas en las artes figurativas, tanto es así que se dice que ellas hicieron posible el gran momento de esplendor en la pintura italiana. Se destacan Sofonisba Anguissola, Lavinia Fontana, Elisabetta Sirani, Fede Galizia, Giovanna Garzoni, Giulia Lama, Margherita Caffi y Rosalba Carriera.

 

 

Una pastelería en Tokio, de Naomi Kawase

 

Una vez más la directora japonesa Naomi Kawase nos deleita, emociona, y humaniza, nos hace sentir el poder de la vida.

Nos hace comprender emocionalmente,  que formamos parte de este mundo, de esta naturaleza mostrada en toda su magia, en la que el hombre es sólo un elemento más, entre todo lo que lo rodea.

 

 

Lo que muestra y logra hacer sentir el cine de Kawase, es la maravilla llamada vida, entendiendo por vida todo lo natural: un árbol, una semilla, la luna… todo tiene vida y aparece animado.

Este es el efecto Kawase. Belleza, emoción y sensibilidad. La vida y la muerte, la fuerza del amor, los vínculos con la naturaleza. Su obra gira en torno a la vida íntima, la búsqueda de los orígenes y de la identidad.

Un alegato en contra de la cultura globalizada, a favor del valor de la tradición dentro de la sociedad japonesa.

 

 

Una pastelería en Tokio habla de la pérdida de las raíces culturales más relacionadas con la contemplación de la naturaleza, el respecto a los mayores, guardianes de la sabiduría y maestros del sentido del arraigo cultural.

Kawase construye una historia centrada en la tradición culinaria como eje que reúne todos los valores imprescindibles que se mantienen dentro de una cultura ancestral, perdurables en el tiempo.

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Naomi cuenta cómo y por que llegó al cine.

Qué significa hacer cine. Narra su vida, sus primeras películas. 

 

 

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La filmografía de Naomi Kawase es una isla poblada de ideas y emociones autobiográficas. Documentales, ficciones y creaciones en vídeo de carácter muy personal forman parte de un conglomerado que, más que la suma de sus partes, emerge como una magma de enigmas y estallidos de belleza que dialogan constantemente con su biografía particular, especialmente a partir de la naturaleza que la rodea.

Dentro de su cinematografía, vemos una evolución. Cada una de sus películas es más amable, más suave, y desde Still the water (Aguas tranquilas, 2015) diríamos que la directora se muestra más reconciliada con la vida y con ella misma.

Ha abandonado definitivamente lo documental ( sus primeras producciones son mezcla de géneros: documental, diario, relato íntimo, video de artista, meditación, poética, autobiografía, ensayo.Su familia adoptiva es protagonista de sus primeros trabajos). Y se ha alejado de la vertiente más experimental que llega hasta Hanezu,el espíritu de las montañas en la que retoma los mitos de origen de Japón en el escenario de su ciudad natal, Nara.

 

 

En Still the water retrataba la muerte de una chamana, de una mujer cuya alma estaba unida a la naturaleza, desde el punto de vista de su hija adolescente. Probablemente haya influido en Kawase la muerte de su tía abuela, Uno Kawase, que fue quien la crió al ser abandonada por sus padres.

Uno de los últimos planos de Chiri (2012) –el mediometraje que filmó en su intimidad registrando los últimos días de Uno, la tía abuela- retrataba a un cerezo en flor en la luz del crepúsculo, un poderoso símbolo de la muerte y la renovación…

 

 

 

En Una pastelería en Tokio (título original: An) nuevamente aparece la muerte de una mujer anciana que sin ser madre, es dadora de vida.

Esta película inauguró la Sección  Un certain regard del Festival de Cannes 2015  ( recordemos que en 1997 fue la cineasta más joven premiada de la historia del Festival de Cannes).

Basada en el libro de Durian Sukegawa que lleva el mismo nombre, Una pastelería en Tokio cuenta la historia de Sentaro, un hombre que dirige una pequeña panadería en la que se sirven dorayakis, unos pasteles dulces rellenos con frijol rojo.

 

 

Cuando una anciana llamada Tokue se ofrece a trabajar, ayudándole en la preparación de la mermelada, Sentaro acaba aceptando a regañadientes. Sin embargo pronto descubre que sus manos son capaces de crear magia. Ella tiene el secreto.

Este secreto le cambiará el modo de ver el mundo a Sentaro, lo transformará como ser humano, lo devolverá a la vida, lo hará nacer.

Ambivalencia cruel: las manos capaces de crear magia, que tienen el poder de la naturaleza, son a la vez el blanco de la estigmatización y la discriminación más inhumana y feroz.

 

 

Sentaro y Tokue forman un tándem que demuestra la fuerza de las cosas hechas con amor, algo que va en contra de los intereses económicos de la sociedad globalizada. Tokue habla con los frijoles y con la luna. Su mirada siempre dirigida hacia el cielo, contempla las flores de los cerezos , que dan la bienvenida a la primavera y simbolizan lo efímero y la fragilidad de la vida.

El paso del tiempo está marcado por los cambios que sufren estos árboles con las estaciones. Transformaciones que ocurrirán a la par con el devenir de los personajes, cuya vulnerabilidad quedará expuesta, ante el peso de la trascendencia vital.

 

 

El personaje de la adolescente parece ser un alter ego de la directora. Es testigo que observa y oficia de nexo entre el escéptico y abatido gestor de la pastelería y la misteriosa empleada.

La jovencita sufre una sórdida relación familiar, junto a una madre en la que Kawase pareciera retratar sus propios sentimientos hacia la madre que la abandonó. Y tiene a la vez toda la pureza, el afán de búsqueda y la mirada plena con que la directora pinta a sus personajes adolescentes, lo que le permite acompañar al derrotado hombre de la pastelería e ir al encuentro de la anciana.

Ambos emprenden un camino pleno de simbolismo, en el que Naomi nos sorprende con una nueva vuelta de tuerca.

Siempre dispuesta a bucear en la subjetividad, de desnudar lo más hondo, lo más bello y lo más horrible de lo humano.

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La flamante novela «Tacos altos», de Federico Jeanmaire

 

Una mirada tierna, humana y comprensiva de la inmigración china.
Un estilo rico, fluido, poético. Una escritura que es un goce.

Acabo de terminar la lectura de TACOS ALTOS, la novela de FEDERICO JEANMAIRE, en Ed. Anagrama, que salió esta semana en Argentina.
Antes, en marzo, se presentó en Barcelona, España.

La leí de un tirón, no la podía dejar. Me gustó el tema, como lo trata, la estructura dual que oscila entre Argentina y China, entre Glew y Suzhou, vistos desde la mirada de Su Nuam, o Sonia Lin, la niña que observa la plaza frente al supermercado de su padre, y el Gran Canal, desde el puesto de venta de sapos y lagartijas de su abuelo.

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Una novela sobre la identidad. «¿Soy china?» se pregunta la protagonista, a lo que se responde «No sé». Se seguirá preguntando y buscando a lo largo del relato. «Qué significa ser china? No lo sé. Todavía no lo sé. Y creo que ya es la enésima vez que me pregunto lo mismo. Demasiadas veces. Basta. Solo el futuro lo sabe. El presente, evidentemente, todavía no.»

El tema de la identidad conlleva a la reflexión sobre la lengua, los tiempos verbales del español le permiten al autor diseñar un universo de significados alrededor del presente, el pasado y el futuro.

El distanciamiento respecto de la lengua le brinda la posibilidad de jugar con las palabras, descubrirlas, analizarlas, dotarlas de nuevas capas de sentidos en relación al personaje y la trama:

«Merced es una linda palabra. Antes de hoy creo que no la uso. Nunca. Tampoco la escucho, alguna vez, allá en Glew.

La leo.

Recuerdo que la leo en uno de los libros que nos da para leer la profesora de castellano. Aunque no recuerdo en cuál de esos libros la leo. Tiene que ver con la voluntad, con disponer del otro a nuestro antojo. Manejarlo. Hacer lo que queremos con ese otro. Dominarlo. Una forma o una manera de relacionarnos con alguien que no puede durar en el tiempo, me parece. Dura lo que dura. Un rato. A lo sumo unos días. Meses. Justo hasta que el otro se da cuenta y reacciona.

Me encanta, la palabra merced.»

Contada desde el punto de vista de Lin Su Nuam, o Sonia Lin, la novela se subjetiviza, es subjetividad pura. Nos metemos dentro del personaje, de sus pensamientos, sus sentimientos, incertidumbres, dudas, miedos. Siendo una adolescente, es toda preguntas, temores, inseguridades. El autor muestra su mirada respecto del mundo de los adultos, su inocencia y sus aprendizajes.

La novela es el camino de iniciación o pasaje desde la infancia hacia una adultez  de «tacos altos» tal vez adquirida abrupta, repentinamente, que le ha sido impuesta. Pero acaso no somos siempre en parte producto de las decisiones anteriores de nuestros mayores?

Un camino no elegido, pero en el que el personaje comienza a disfrutar.

 

 
Solo una objeción: le cambiaría el final. Pero es lo de menos. No menoscaba la lectura. Una lectura que es un viaje, en doble sentido, una vivencia dramática de la migración

Transcribo la nota de la Agencia EFE con motivo de la presentación de la novela:

“Tacos altos”, una “novela china”

El escritor argentino Federico Jeanmaire ha presentado, durante los primeros días de marzo, en Barcelona su nueva y singular obra, “Tacos altos”, que él mismo ha calificado de “novela china”, protagonizada por una joven de quince años con identidad cruzada, puesto que es de origen chino pero se ha criado en Argentina.

Jeanmaire, especialista en “El Quijote” que cuenta en su haber con algunos de los premios literarios más importantes de su país, ha explicado que la idea de este relato, publicado por Anagrama, surgió después de que en Argentina, en diciembre de 2013, hubiera una huelga de policías y fuerzas del orden público.

A raíz de este hecho, la gente empezó a saquear diferentes establecimientos comerciales, especialmente en el interior del país, contabilizándose una veintena de muertos, “en una suerte de guerra civil, sin fuerzas del orden”.

Uno de los muertos, a pesar de que la noticia sólo apareció como breve en un par de periódicos, era un chino, al frente de un pequeño supermercado, “y en una información se decía que se había inmolado y en la otra que había sido muerto por los saqueadores”.

Como desde siempre se ha interesado por todo lo chino -con el dinero que obtuvo gracias al premio Clarín viajó hasta el país asiático-, empezó a darle vueltas a una historia sobre la identidad, sobre quién es cada uno de nosotros y con un personaje que fuera originario de allí.

Amante del riesgo, pensó que la protagonista debía ser una chica china en la adolescencia, que se hubiera criado en Argentina y que desde la primera página se preguntara, “¿Soy china?”, y se respondiera, “No sé”.

Además, también le gusta “crear lenguas artificiales”, con lo que este artefacto literario está escrito en “castellano-chino, con palabras siempre en castellano, pero con una formulación gramatical del chino”.

A su juicio, esto también ocurre en “El Quijote”, donde los dos personajes principales “no hablan como la gente de su época”.

La novela, que no llega a las 200 páginas, está escrita sólo en presente, porque el idioma chino no conoce los tiempos verbales, con lo que “puede sonar bastante raro, pero lo raro siempre me gustó en la literatura”.

La cuestión de la identidad, presente a lo largo del texto, es para Jeanmaire uno de los grandes temas universales y no ha escondido que en su cotidianeidad está muy presente puesto que trabaja de bibliotecario de noche en la Biblioteca del Congreso de Buenos Aires, donde asisten principalmente chinos y coreanos, y vive en un barrio con muchos “chinos, dominicanos, paraguayos, uruguayos y enanos”.

“La literatura es el lugar para preguntarse cuestiones de este tipo, aunque el escritor no debe responderlas”, ha apostillado.

En cuanto al personaje de la muchacha protagonista, ha considerado que es alguien “muy tierno, muy china, que aprende todo muy rápido, con decisiones que toma muy sorprendentes”.

De ser real, podría formar parte de los chinos que están unos años en Argentina, “pero sin perder nunca su cultura. El chino que se va, nunca deja la China”, ha precisado.

Militante de “El Quijote” y de que las nuevas generaciones “descubran que es un libro divertido”, Federico Jeanmaire está escribiendo una nueva novela en la que los protagonistas serán un grupo de enanos que desertan de un circo.

 

 

 

 

 

Intermezzo, el nacimiento de una estrella

Esta película de 1939 marca el ingreso de Ingrid Bergman en Hollywood y es el inicio de su carrera actoral internacional.

Esta «Intermezzo» es una remake de otra película, con el mismo título, realizada en Suecia pocos años antes, que había tenido enorme éxito en ese país.

Las remakes de Hollywood a partir de los éxitos de taquilla en otros países  no son un producto del cine actual, se han hecho desde siempre, pero la diferencia radica en que las de antes eran igual o casi tan buenas como las originales. Y respetaban la película original. “Intermezzo” es un ejemplo.

Respeta la procedencia sueca y danesa de algunos protagonistas y de la acción. No convierte a los personajes en americanos o ingleses ni cambia la ambientación europea

La nueva versión mantiene  a Ingrid Bergman en el papel de profesora piano que ya había participado en la anterior, en lugar de una estrella de Hollywood de la época, lo que representó su lanzamiento en el cine americano.

Se completa el casting con Leslie Howard, el mejor gentleman que ha existido junto con David Niven, y que queda perfecto de violinista

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El productor David O. Selznick le brindó la dicrección a un director como Gregory Ratoff, que es más que nada actor, para que dirija lo que es una película de actores.

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Ingrid Bergman debuta en el cine norteamericano haciendo de profesora de piano, y la última película de su carrera, pocos antes de morir, “Sonata de otoño” (1978), dirigida por su compatriota Ingmar Bergman, única oportunidad en que se juntan los dos Bergman geniales, también representa el papel de una concertista de piano.

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Cuando vemos la escena de los actores en la estación de tren, ella a punto de abordarlo, con el piloto, el sombrero,envueltos por la niebla y el vapor, escena decisiva dentro del relato, reconocemos en esta secuencia el nacimiento de «Casablanca», que la Bergman protagonizaría en 1942, y sería el éxito definitivo, conviertiéndose en una película ícono de todos los tiempos.

La sutileza en el tono del relato, tanto de las emociones como de las situaciones, la fotografía, con expresivos contrastes lumínicos, y la actuación de sus intérpretes, hacen de Intermezzo una gran película romántica en la historia del cine.

Si quisiéramos detectar coincidencias entre los personajes de la ficción y los actores, podríamos decir que en Intermezzo el personaje deja en un momento su prometedora carrera por amor, dilema que se le presentaría a la actriz años más tarde al formar pareja con Rossellini. Y  Leslie Howard, por otro lado, se coloca detrás de la cámara en 1942 para rodar una película bélica sobre la aviación, y poco  después del  estreno es abatido por un caza alemán mientras viajaba en un vuelo hacia Lisboa.