Le maraviglie, 2014. Dirigida por Alice Rohrwacher, con la participación de su hermana, Alba Rohrwacher, ganó el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes.
La película revela a una gran observadora del mundo femenino, especialmente el adolescente.
Con tintes autobiográficos, Las maravillas se interna y nos permite ingresar a un mundo, a un universo rural cerrado, en vías de extinción.
La mirada de la directora se posa sobre una familia bilingue y la lucha que se desarrolla frente al avance y la agresión del mundo exterior (los cazadores, los fertilizantes que envenenan las abejas, la televisión y la importación de una nueva cultura).
Alice Rohrwacher pinta el día a día de la familia campesina que desarrolla la apicultura.
Muestra la cotidianidad de un mundo desconocido, centrado en el trabajo duro y el sacrificio.
La película logra transmitir el calor del hogar con una sinceridad que parece filtrarse en las imágenes tanto como en los rostros de los actores. No cuesta suponer que son muchas las experiencias vividas de niña por ella y por su hermana Alba, la actriz que encarna a la madre, y que han inspirado muchos momentos que la película recrea con delicadeza singular.
Pero también nos cuenta sobre los sinsabores y las dificultades de este universo familiar.
El movimiento de la cámara y los recursos están puestos al servicio de esta intención. De describir.
Describe sentimientos, afectos, subjetividades, amor y dolor. Procesos de crecimiento. Deseos y decepciones.
La película está ambientada en alguna región de la frontera del norte de Italia con Suiza, en la que hablan hasta tres lenguas y en la que subsisten algunas familias en los márgenes de la sociedad de consumo.
Es una curiosa comunidad disidente, cuyo padre ha elegido apartarse, mantener distancia. Desea salvar a los chicos: Gelsomina, Marinella Caterina y Luna. Como si su modesto paraíso del campo, ese donde es necesario trabajar tan duro y a toda hora, fuera su propia arca de Noé.
La directora no aplaude ni condena la decisión del padre.
(Este tema fue recientemente tratado en la película Capitán Fantástico , 2016, cuyo padre es interpretado por Viggo Mortesen)
Pero el mundo de las felicidades de cartón pintado sigue avanzando como avanzan las «maravillas» que crea y vende la televisión, con sus concursos, su hada blanca de ficción interpretada por Mónica Bellucci, y sus premios, que pretenden celebrar los valores de la tradición y rescatarlos en su pureza.
Esos valores tradicionales o verdaderos frente a los engañosos o falsos de la cultura televisiva perduran tanto en la miel que entregan las abejas como en la mirada noble y luminosa de Gelsomina, que descubre el mundo.
Rohrwacher se mueve entre sus recuerdos, su tierra, y la apertura hacia un nuevo mundo. Habla del abandono de la niñez, de los debates y dilemas que implica todo crecimiento.
De un adiós anunciado que nos lleva a algo distinto, por descubrir, y del dolor que conlleva el cambio, el precio que exige.
Habla de un cambio de etapa en la cultura y la economía, y también de la aceptación de la feminidad en el personaje de Gelsomina, la adolescente que se constituye en protagonista y alter ego de la directora, interpretada por la expresiva Maria Alexandra Lungu.
Femeneidad que nadie parece ver ni comprender, tan sólo la diosa de la belleza de la televisión.
Demuestra que la feminidad crece en cualquier parte, sin necesidad de bombardeos de consumismo, sino como algo natural, de la naturaleza misma.
Lo llamativo de esta película es el modo y la naturalidad, la frescura y el amor con que recrea las relaciones familiares.
No hay música que distraiga nuestra atención, solo un magnífico momento de complicidad entre hermanas, como el del baño, coreando la canción T’Appartengo (Te pertenezco,de Ambra Angiolini, de 1995) que nos sirve de pista para situar el relato en el tiempo.
La cámara de la cineasta se mueve suavemente, con la grandeza de una literatura invisible, limpia de movimientos llamativos.
Pero es muy precisa al ir desvelando una belleza que no parece buscar.
Es implacable al registrar verdades de un mundo silencioso, verdades que parecen emerger de forma natural.
La directora es descendiente directa de dos vertientes del cine italiano: representa la conjunción de la mirada y la observación social crítica del neorrealismo con la ensoñación y el delirio fellinianos.
Y se presenta con un lenguaje y una actitud de humildad: Las maravillas no lleva escrita la condición de obra maestra en la frente.