Paraíso, del ruso Andrei Konchalovsky

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Paraíso (Ray, Rusia-Alemania/2016)

El veterano realizador, hermano mayor de Nikita Mijalkov, con 80 años (Moscú, 1937) y con películas como Tío Vania, Los amantes de María, Escape en tren, Tiempo de amar, Gente como nosotros, Una extraña amistad, Tango & Cash, El círculo del poder y La gallina de los huevos de oro ganó con esta película Premios en Venecia (Mejor Dirección), Mar del Plata (Mejor Guión) y Gijón (Mejor Actriz y Fotografía)

Andréi Konchalovski es parte de la familia aristocrática Mijalkov, reconocida por sus raíces artísticas y aristocráticas. Cambió su nombre y tomó el apellido de su abuelo materno,  como pseudónimo.

Estudió durante diez años en el Conservatorio preparándose para ser pianista. Pero en 1960 conoció a Andrei Tarkovski e inició su carrera fílmica.

Pudoroso blanco y negro. El que eligió el director de “Escape en tren”.

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La película está protagonizada por una aristócrata rusa que se une a la resistencia francesa, un policía francés que colabora con los nazis y un miembro de las SS, también aristócrata, destinado a supervisar las actividades de un campo de concentración .

Incómodo, nihilista y profundamente filosófico,  Paraíso se aproxima al Holocausto para bucear en los ideales, los fanatismos y las miserias del alma humana.

Konchalovsky profundiza sobre las escenas en las que se describen, a veces a medias, las motivaciones del comportamiento de sus personajes.

Y añade otras imágenes que simulan una especie de interrogatorio, donde los tres protagonistas narran, por separado y mirando a la cámara, la historia de sus vidas frente a una suerte de juez-inspector, cuyo nombre no será revelado hasta el final de los títulos de crédito.

Tres confesionez a corazón descubierto, con lo sufriente, lo mezquino y lo lúcido serpenteando por entre la experiencia humana. Recobecos morales y éticos expuestos ante la cámara. Tres confesiones que nos convocan a comprender más que a juzgar.

Hablada en ruso, francés y alemán, el director enfrenta a sus personajes frente a una cámara ante  la cual nos ubicamos nosotros, como si los escucháramos en sus confesiones, confrontándonos con la realidad de sus historias y sus implicaciones subjetivas: cómo y por qué llegaron a esas situaciones, remontándonos al pasado y volviendo una y otra vez al presente.

 

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Como si nos pusiera en un sitial de jueces, que observamos a los personajes en el banquillo de los acusados.

Pero no hay juicio. El director desnuda a los personajes en su humanidad. Nos hace comprenderlos, más que juzgarlos. Hay amor, comprensión, profundidad humana. Nos muestra lo más terrible y lo más vulnerable, lo más débil y las fortalezas del ser humano.

Imposible mirarlos desde afuera. Nos obliga a someternos al relato de sus vidas, a involucrarnos, a entenderlos, a compadecerlos, a sentir su humanidad.

¿Es una nueva mirada sobre el Holocausto? o es una excusa para hablar de lo más perenne de la humanidad, sus sueños, sus frustraciones, sus dolores y sus aspiraciones.

La cámara logra la destreza de meterse en el alma de los personajes, el miedo, el horror…

 

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Paraíso nos habla de miedos, culpas y justificaciones, el idealismo y el pragmatismo, el fanatismo y la capacidad de adaptación del ser humano.

Una frase de Olga, cuando reflexiona sobre la facilidad en que se pasa de animal a ser humano, nos deja la sensación contraria, el tremendo peligro que nos acecha en dejar el estado de humano para ser tratados y comportarse como animales.

«Las guerras vienen y van» dice el mismo personaje, ese hermoso y heroico personaje de la aristócrata rusa que se juega la vida por salvar la vida de niños, y tenemos el sentimiento de estar en un escenario que pone en juego lo mejor y lo peor de las actitudes existenciales, de un juego de horror que pone a prueba la humanidad de seres que pueden ser o dejar de ser animales.

 

 

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A las cinco de la tarde, de Samira Makhmalbaf. Cine iraní con mirada de mujer

 

En el título resuenan los versos del poeta español Federico García Lorca «Llanto por Ignacio Sánchez Mejías». Versos cargados de tragicidad, se avecina la muerte, se anuncia el final.

A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.

cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en Punto de la tarde.

Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.

A las cinco de la tarde.
¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

 

 

¿Que tiene que ver la poesía de García Lorca con esta película hecha por una directora iraní y protagonizada por mujeres en Afganistan?  ¿Que función cumplen y que representan esos versos en el escenario de hostilidad, guerra, exilio y pobreza de la realidad afgana?

Samira Makhmalbaf logra imprimir en su lenguaje cinematográfico lo poético. Su cine se desarrolla en medios difíciles, en realidades dramáticas, pero desde su perspectiva se descubre el valor de la vida, la valentía, la solidaridad, y los sueños y deseos de esos personajes que en su cine son siempre mujeres. Personajes inolvidables, desde la mirada de lo cotidiano, de la vida de personajes comunes y el carácter épico que implica la sobrevivencia en relatos marcados por la guerra, la miseria, la discriminación.

 

 

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Samira Makhmalbaf es una joven guionista y directora iraní, nacida en Teherán en 1980, hija de cineastas, que comenzó su carrera cinematográfica muy joven, y tiene en su haber películas reconocidas internacionalmente, como  La manzana o La pizarra.

A los 8 años participó en una pelicula de su padre.

Luego estudió cine y a los 17 años hizo su primera película, La manzana, que presentó en el Festival de Cannes 1998, siendo la realizadora más joven de todos los tiempos en competir en ese Festival, y con la que ganó numerosos premios en festivales internacionales.

A los 20 años, ganó el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes de 2000, con su película La pizarra,  que la hizo conocer aun más en el panorama del cine internacional.

La pizarra se puede ver completa subtitulada en Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=bO5QnT4QLI0

Su padre Mohsen Makhmalbaf hizo en 2001 la poética, hermosa y terrible película Kandahar, llamando la atención internacional sobre Afganistán.

 

 

A las cinco de la tarde es una película coproducida por Irán y Francia de 2003.

Se presentó en el Festival de Cannes de ese año y recibió el Premio del Jurado Ecuménico.

 

A las cinco de la tarde

 

Samira les da voz, a través de sus personajes de Nogreh y su cuñada, a las mujeres de Afganistán, mostrando lo que no se cuenta en los medios, que es la verdadera lucha diaria por el reconocimiento, la educación y la igualdad.

Sus mujeres son personajes comunes interpretados por actores no profesionales.

En su relato ahonda en las distintas visiones de la vida que tiene el padre, un anciano tradicionalista seguidor de los talibanes, y su luchadora hija Nogreh.

La trama muestra a la protagonista tras la caída del régimen talibán en Afganistán, cuando se reabrieron las escuelas para las mujeres, ocultándose de su padre para ir a la escuela.

Ella quiere llegar a ser Presidente de la República. Tiene aspiraciones, sueños y deseos de vivir y superar los obstáculos de cada día.

Alterna la diaria búsqueda de agua y alimentos con la asistencia oculta a una escuela laica, con el trasfondo del machismo, el fundamentalismo, la extrema pobreza, la censura. Hija de un fanático que lamenta la pérdida de valores en la sociedad post talibán (traslada su precaria vivienda para evitar oír música), Nogreh desea un cambio en su país, un cambio que no sólo permita la democracia sino que permita la oportunidad de que una mujer alcance la presidencia del país.

Antes y después del paréntesis escolar, Nogreh debe esforzarse en conseguir sustento para su padre, su cuñada y para el agónico bebé de ésta. Nogreh, soñando despierta en un Kabul ayuda a los numerosos refugiados que regresan de Pakistán. Será uno de ellos, el «poeta» (cuyos hermanos han sido simbólicamente asesinados ) quien, admirador de su fuerza y su vehemencia, entablará amistad con ella y la acompañará en su deseo utópico de prepararse para la presidencia. Será este mismo poeta quien hará explícita referencia, aun sin saber de qué trata, al «Llanto por la muerte de Sánchez Mejías» y, específicamente, a los versos que citan la nefasta hora de las cinco de la tarde, momento de la muerte del torero e instante en que Nogreh debe diariamente enfrentarse a la cruda realidad de la lucha por la supervivencia.

Pero la vida es implacable y el padre arrastrará la fracturada familia en una huída hacia Kandahar, una fuga hacia ninguna parte. Arrastrando más tras de sí que junto a ellos el caballo y el carro con sus últimas posesiones, el cuarteto avanza por el desierto. Las mujeres seguirán buscando sustento, «bajo el sol de las cinco de la tarde», en una atmósfera de muerte.

Con imagenes impactantes, de gran belleza, cargadas de tragicidad, y un lenguaje poético, sutil  y simbólico, Samira nos deja con el sentimiento de comprensión y cercanía subjetiva hacia estas mujeres perdidas en el desierto.

 

Samira decidió trabajar con actores no profesionales y elegirlos entre los habitantes de Kabul. Fue dificil convencer a muchos de ellos para que participaran en la película, debido a que la era talibán aún era muy reciente.

Su hermana Hana, de 14 años, realizó con una cámara digital un documental (La alegría de la locura), que relata cómo Samira consiguió convencerles.

Dice Samira en una entrevista:

Mi primera experiencia en Afganistán se remonta a mi infancia, cuando tenía ocho años y participé en la película The Cyclist. Empecé a conocer a los inmigrantes afganos durante el rodaje en Irán. Mientras trabajábamos en la película viajé a Pakistán, hasta su frontera con Afganistán. Tengo muy vagos recuerdos pero simpaticé con los afganos. Luego, un poco antes del 11 de Septiembre, pasé un mes en la frontera entre Irán y Afganistán fotografiando a las mujeres afganas. Allí, me di cuenta de la gran carga de la cultura predominantemente masculina, de la pobreza y de la mendicidad de los afganos. Pero para mí, el hecho de solamente hacer fotos no era suficiente. Con mi padre (que estaba rodando Kandahar) escondimos a mujeres y niños que se estaban muriendo de hambre en nuestras caravanas y minibuses y los llevamos al hospital. Algunos de ellos seguramente habrían muerto. Entiendo que mi posición me daba una cierta responsabilidad hacia estas mujeres y niños. Entonces llegó el 11 de Septiembre. Los medios me bombardearon también a mí. No podía soportar quedarme quieta más tiempo así que hice un viaje por Afganistán. El resultado fue un corto titulado God, Construction and Destruction. He vuelto a Afganistán tres veces más, en una ocasión estuve todo el verano y el otoño de 2002. También tuve problemas, el más importante de ellos fue el intento de secuestro de mi hermana pequeña Hanna. A las Cinco de la Tarde se rodó en el otoño de 2002, en Kabul.

¿Cómo era Afganistán en aquella época?

Lo que sentí en el verano y el otoño de 2002 fue que las mujeres parecían más liberadas gracias a la nueva situación. Había pasado un año desde la caída del régimen talibán. Ellas podían salir de casa a trabajar o para ir a la escuela. Sin embargo, todavía tenían miedo de que los talibanes regresaran. Este miedo se puede ver claramente en el documental Joy of Madness dirigido por mi hermana con tan solo catorce años. Por entonces, igual que hoy en día, había muchos problemas culturales y económicos. Algunos creían que los americanos simplemente habían acabado con el régimen talibán, un régimen que ellos mismos habían puesto en el poder. Mas de un millón de personas sin hogar habían vuelto a Kabul, principalmente de Pakistán y algunos de Irán, con muchas esperanzas y tan solo encontraron una ciudad en ruinas, por lo que se vieron obligados a vivir en la calle. Como no tenían trabajo, sufrieron un hambre extrema y buscaban la primera oportunidad para poder emigrar de nuevo.

Háblame del personaje de Noqreh.

Noqreh, la actriz de la película, tiene mi misma edad. Tiene tres hijos y desde que su marido desapareció en los bombardeos americanos ha estado dando clases en una escuela para mantener a sus hijos. Me costó mucho convencerla para el papel pero ahora le encanta el cine y está deseando hacer otra película. Interpretando a Noqreh, ha ayudado a las mujeres afganas a superar su miedo al cine.

¿Dirías que A las Cinco de la Tarde es una película realista?

Godard dice que el cine se inventó para mostrar la realidad pero se ha convertido en un entretenimiento. En esta película, he intentado hacer cualquier cosa que no fuera ni entretener ni juzgar. Respecto a esto, esta película es similar a The Apple. He intentado entender tanto al padre, que es partidario de los talibanes y su cultura, como a la chica, que está en contra de esta manera de pensar. Elegí a personajes normales y corrientes y cogí detalles de sus vidas. Muchos diálogos surgieron en la búsqueda de actores y localizaciones, de lo que oía a la gente en la calle y los mercados, y decidí incluirlos en la película. En contraste con los que simplifican los temas realmente complejos, yo no buscaba ni culpar a los talibanes por todos los problemas del país, ni reflejar un país feliz, que disfrutaba de la prosperidad tras la invasión de “Rambo”. La película pretende entender y mostrar el misterio de la recesión de la región y la guerra camuflada que existe entre las dos generaciones, al igual que las diferencias que existen entre hombres y mujeres. Con respecto a la realidad de Afganistán, considero que esta película es realista. Pero el cine también es poesía, y no solo porque uno de mis personajes sea un poeta en la película.

¿Cómo ves a los personajes de la película, en concreto al padre y a la hija?

El padre de Noqreh representa la vieja generación, la cultura tradicional de Afganistán. Es una persona religiosa y muy fanática. Juzga lo bueno y lo malo desde la perspectiva de la tradición y la cultura, actuando siempre desde un punto de vista histórico y no personal. Las generaciones anteriores ya habían decidido por él, y ellos a su vez habían sido marcados por generaciones anteriores. Si él cree en la superioridad de los hombres no es porque sea egoísta o porque sea un hombre. Si fuera mujer también lo aceptaría porque eso es lo que la tradición le ha enseñado.

Su hija sin embargo simboliza una nueva generación cuyos sufrimientos surgen de la cultura tradicional. Una generación de mujeres literalmente encarceladas en su propia casa porque la cultura tradicional no acepta que las mujeres salgan de casa. A pesar del respeto que siente por su padre, a Noqreg no le importa la cultura tradicional, de hecho se opone a ella. Se encuentra en una situación en la que superficialmente acepta la cultura tradicional pero en realidad lo que hace es rebelarse e intentar escapar de ella.

¿Por qué el final de la película es tan triste?

Tanto padres como hijos son victimas de una trágica situación familiar. Su país, su propio hogar ha sido destrozado por la ignorancia y la pobreza. Nadie puede sobrevivir a este infierno sin rescatar a otros. El prisionero y el guardián de la prisión, la generación anterior y la actual, todos están unidos. No es como una invasión militar tras la que los problemas de un país se pueden resolver en unos pocos días. La democracia, al contrario de lo que proclaman los medios de comunicación, no es algo que se pueda crear mediante la acción militar o mediante un cambio de régimen. La democracia es un proceso lento.

Aquellos que creen que la democracia se pueden implantar en cualquier lugar del mundo mediante la acción militar no estarán de acuerdo con mi película.

Hay muchas escenas en las que los hombres se ponen contra la pared cuando las mujeres pasan. ¿De verdad ocurre esto?

A mi me pasó en Afganistán. Primero en el Hotel Kabul – sí hasta en los hoteles: un hombre me vio en las escaleras e inmediatamente se giró para no verme. Yo me puse delante de él y le pedí que se explicara. En vez de contestarme empezó a agitar las manos con rabia: me dio la impresión que si insistía se sentiría maldecido para toda la eternidad.

Tu primera película se rodó en Tehran, la segunda en Kurdistán, en la frontera entre Irán e Irak, y la tercera en Afganistán. ¿Te has convertido en una cineasta sin fronteras?

Mi padre cree que si hay médicos sin fronteras también puede haber cineastas sin fronteras. El cine no tiene límites. Si los tuviera, los iraníes solo habrían visto películas iraníes y los franceses películas francesas.

 

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El cine nos emociona y nos hace felices

 

Al iniciar otro año de cine, en época de balances, de cambio de etapas, de comienzos que implican finales, hablemos de las emociones y la felicidad que nos da ver películas.

Les propongo pensar y elegir una película que las hizo sentir felices.

Por sentirse parte de lo humano, compartir, aprender, emocionarse, reflexionar, por placer estético, intelectual o afectivo, porque vislumbramos el sentido de la vida.

Nota publicada en diario La Nación, de Luján Francos, 3 de diciembre de 2016:

¿Es el cine una máquina de la felicidad? Cualquier cinéfilo diría que sí: más allá de la película hay algo trascendental en descubrir una historia en la oscuridad junto a extraños que comparten nuestro entusiasmo por tal ceremonia. Y la felicidad es completa, rotunda, si tenemos la buena fortuna de asistir a la proyección de una de esas películas que sabemos -incluso antes de terminar de verlas- que nos cambiarán la vida.

Eso no ocurre necesariamente con las mejores películas: a veces lo que es perfecto es el momento en que las descubrimos, no necesariamente la obra en sí misma. Pero cuando ocurre esa magia, algo de la película queda unido inextricablemente con nuestra historia. Así esa película se vuelve una máquina del tiempo emocional, con la que podemos volver atrás y recuperar un momento completo de nuestra existencia con sólo volver a verla.

La lista de esas películas que nos cambiaron, que nos hicieron emocionar, sin embargo, suele ser muy personal. O quizá sólo creemos que es así, y hay muchos otros que comparten nuestro top 10. Con la excusa de la edición de 50 películas para ser feliz(Paidós), del crítico Leonardo M. D’Espósito, diez figuras de nuestro cine eligieron un largometraje que cumple esa privilegiada función en su historia. Como para comparar, sorprenderse y descubrir.

 

Desayuno en Tiffany2

Desayuno en Tiffany4

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NOTA COMPLETA:

http://www.lanacion.com.ar/1961836-diez-referentes-de-nuestro-cine-eligen-cual-es-la-pelicula-que-los-hizo-felices