EEUU, 2012. Dirigida por Noah Baumbach, y escrita por el director y la actriz protagonista, la maravillosa Greta Gerwig, que son pareja en la vida real.
A Greta la conocemos en su faceta de directora, por su excelente y exitosa película Lady Bird. Y la amamos, junto con su personaje, con la Christine, de melena colorada.
Con una trayectoria como guionista, ahora la vemos en la actuación, en este personaje de Frances Ha, memorable.
Y hay cierto paralelismo entre estos dos personajes, al que interpreta en Frances Ha y al que presenta en su película Lady Bird.
Frances Ha reivindica, a partir de su sintaxis cinematográfica, el valor de lo cotidiano en la transformación individual de su protagonista, el camino vital que atraviesa en la entrada a la adultez, las crisis, las búsquedas.
Por lo formal y temático, la película toma sus referencias del cine de John Cassavetes y de la Nouvelle Vague: es interesante analizar esta obra contemporánea como un reflejo nostálgico de una generación que intenta abrirse paso en el mundo adulto sentimental y laboral.
Baumbach demuestra estar influido por la Nouvelle Vague por el tono y el espíritu de búsqueda existencial, en la pintura de sus personajes jóvenes intentando moldear una identidad, y por los directores franceses contemporáneos, mostrando esta influencia en la forma, en las imágenes, en la banda sonora.
El director hace un guiño homenaje a la producción de Leos Carax, Mala Sangre, 1986, cuando la protagonista corre como loca al ritmo de la canción Modern Love de David Bowie.
Frances Ha es la historia de un personaje desubicado e inestable, neurótico, confundido, liviano y grave a la vez. Un poco como lo era el personaje de Paul de Masculino, femenino, de Godard, interpretado por Jean-Pierre Leaud.
El chico que Truffaut descubrió para protagonizar a Antoine Doinel de Los cuatrocientos golpes (Les quatre cents coups, 1959) se convirtió en símbolo de la “nueva ola” del cine francés actuando tanto para Truffaut como para Godard, y fue la representación del espíritu de época de los jóvenes en búsqueda de nuevos modelos y nuevas formas de vida.
La escena que abría la película presentaba al joven Paul que hace poco salió del ejército y ahora busca empleo. Está escribiendo, con lentitud y fuma. Conocerá a Madeleine, él es hijo de Marx, y ella de la Coca Cola.
Frances viene a representar a esos jóvenes que rompen con los modelos, a una generación neoyorquina post yuppie, que ingresan a la vida adulta sin los ideales de la generación anterior, tratando de encontrar una vida muy distinta a la de su madre, y con las contradicciones que marcaba Godard.
como la generación Y se convierte en adulto
Podemos dibujar una continuidad entre la vida del personaje adolescente de Christine, de la película Lady Bird dirigida por Greta Gerwig (2018), y Frances, el personaje protagonizado por la directora en 2012.
Como si Frances pudiera ser la jovencita de Lady Bird que soñaba y ansiaba fervientemente irse de su ciudad hacia la soñada vida de Nueva York, ya mujer cumpliendo irónicamente ese sueño.
«No soy camarera, sirvo bebidas«, dice Frances. Es un trabajo transitorio, no define su identidad, ella quiere ser actriz.
Frances es el reflejo de una generación, de un estilo, de un contexto, de la llamada GENERACION Y.
Jóvenes hastiados con estudios y con un horizonte incierto conforman un paisaje que rompe de lleno con las expectativas, tanto laborales como personales, de sus infancias y adolescencias. “Intento ser decidida con mi vida” o “me gustan las cosas que parecen errores”.
El leitmotiv de Frances Ha lo resume con acierto David Bowie y su Modern Love en “It’s not really work, It’s just the power to charm” no solo sintetiza una escena sino que condensa una filosofía de vida: cómo enfrentarse a la edad adulta.
Además, el protagonismo de David Bowie tampoco es anecdótico, ya que como referente tiene una importancia destacada. David Bowie es uno de los tótems incuestionables de la cultura pop, un artista camaleónico que hizo de su música una herramienta de experimentación y liberación personal y colectiva.
La película habla de libertad en una atmósfera de naturalidad y realismo en la que se entremezclan el amor, la amistad y la búsqueda de identidad.
Frances Ha retrata la vorágine urbana y verbaliza temas como la soledad y las expectativas de madurez.
Lo que nos conmueve del personaje de Frances es su sinceridad, su vulnerabilidad, su torpeza.
Frances Ha sigue la evolución personal del personaje. Y no importa tanto en quién se ha convertido sino la ternura y frescura que nos regala en cada secuencia.
La película logra el efecto de un relato vital sincero y sensible, y evita un final cerrado, tal vez por el futuro incierto del personaje.
Recordemos que esta película se enmarca dentro del Mumblecore: (mascullar) subgénero del cine independiente estadounidense surgido a principios del siglo XXI que se caracteriza por la producción de bajo presupuesto. La temática de estas películas se centra en las relaciones personales de sus protagonistas, que suelen moverse entre la veintena y la treintena, con diálogos improvisados y actores no siempre profesionales.
Noah Baumach y Greta Gerwig son la pareja de moda del cine independiente, del cine «hipster», o dirigido a un público de jóvenes modernos, de estilo descontracturado, un toque rebelde.
así son los hipsters: seres fuera de la norma, que encuentran el gusto en lo minoritario. En el cine, podemos identificar una película hipster por su banda sonora ‘indie’, su combinación de superficialidad y hondura emocional, por sus montajes dinámicos pero alejados de convencionalismos y, en definitiva, por una búsqueda constante de la propia identidad