Berlín 2019

Los ganadores del Festival de Cine de Berlín

 

El jurado internacional de la Berlinale, presidido por la francesa Juliette Binoche y con el director chileno Sebastián Lelio entre sus miembros, entregó los premios oficiales de la 69 edición del Festival de Cine de Berlín entre las 16 películas incluidas en su sección a competición.

El ansiado Oso de Oro, a mejor película, se lo llevó «Synonymes», del israelí Nadav Lapid.

Oso de Oro a la mejor película:«Synonymes», de Nadav Lapid (Francia, Alemania)

Oso de Plata – Gran Premio del Jurado: Grâce à Dieu», de François Ozon

Oso de Plata – Premio Alfred Bauer: «Systemsprenger» («System crasher»), de Nora Fingscheidt (Alemania)

Todos los ganadores celebran sus reconocimientos al término de Festival (REUTERS/Hannibal Hanschke)

Todos los ganadores celebran sus reconocimientos al término de Festival 

Oso de Plata a la mejor dirección: Angela Schenelec, por «Ich war zu Hause, aber» («I was at home, but») (Alemania)

 

Oso de Plata a la mejor actriz: Yong Mei («Di jiu tian chang», «So long, my son» (China).

 

Oso de Plata al mejor actor: Wang Jingchun («Di jiu tian chang», «So long, my son» (China).

 

Premio a la mejor ópera prima: «Oray», de Mehmet Akif Bükükatalay (Alemania)

Oso de Plata al mejor guión: «La paranza dei bambini», de Claudio Giovannesi (Italia)

Oso de Plata a la mejor aportación artística: Ut og stjæle hester» («Out stealing horses»), de Hans Petter Moland (Noruega, Suecia, Dinamarca).

Oso de Oro de Honor: Charlotte Rampling

Premio Teddy al mejor largometraje de cine LGTB: «Breve historia del planeta verde», de Santiago Loza (Argentina)

Una de las competidoras fue «Elisa y Marcela», de Isabel Coixet, producida por Netflix, sobre el primer matrimonio homosexual en España.

 

«Elisa y Marcela» es la cinta con la que Isabel Coixet tratará de llevarse el Oso de Oro en la Berlinale

 

El nuevo poder de las mujeres en el cine se impone en el Festival de Berlín

 

La actriz francesa Juliette Binoche preside el jurado.

 

Las cineastas representaron el 41 % de los aspirantes a ganar máximo galardón de la Berlinale, superando ampliamente al 14 % de películas dirigidas por mujeres en el último festival de Cannes y menos del 5 % contado en la competencia por el León de Oro de Venecia.

Argentina también tuvo sus representantes, Romina Paula (De nuevo otra vez) y Albertina Carri (Las hijas del fuego), con películas que no formaron parte de la sección oficial por el Oso de Oro.

Dieter Kosslick, director del festival, reconoció que los movimientos #MeToo y  #TimesUpcontra la discriminación de género en la industria del cine que impactaron fuerte en Hollywood durante 2018, inspiraron este espíritu de igualdad del festival que en sus últimas dos ediciones otorgó el Oso de Oro a dos directoras: la húngara Ildiko Enyedi y la rumana Adina Pintilie.

Cannes 2019

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Selección Oficial del Festival de Cannes 2019

 

Entre el 14 y el 26 de mayo desfilará lo mejor del cine mundial.

De alguna manera determina lo que veremos, las últimas producciones de directores que en su mayoría ya conocemos y a los que seguimos, como Xavier Dolan o Marco Bellocchio.

El bellisimo e inolvidable ALAIN DELON recibirá la Palma de Honor.

 

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El festival de Cannes homenajea a Agnès Varda en su cartel

La directora, fallecida el 29 de marzo, protagoniza la imagen de la 72ª edición del certamen cinematográfico

 

En él, la directora francesa Agnès Varda, que murió durante la madrugada del pasado viernes 29 de marzo, filma su primera película La Pointe Courte(1955), rodada en escenarios naturales de la localidad francesa de Sète, de forma artesana y con un presupuesto mínimo. Ese filme, que alternaba relatos locales con el diálogo de una pareja en crisis, prefiguró la Nouvelle Vague, al ser rodada cinco años antes que Los cuatrocientos golpes (1960) de Truffaut o Al final de la escapada (1966) de Godard, cuando todavía estos se dedicaban a la crítica de cine.

En la imagen, Varda se sostiene en pie sobre la espalda de un técnico agachado sobre sus rodillas.

 

Imagen original, que muestra a Varda rodando 'La pointe Courte'.

 

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Cannes 2019: Lista de películas en competición oficial

 

 DOLOR Y GLORIA, Pedro Almodóvar. España.

– THE DEAD DON’T DIE, Jim Jarmusch. EE.UU.

Comedia sobre zombies que tiene a Bill MurrayAdam DriverTilda Swinton y Chloë Sevigny como protagonistas.

– SORRY WE MISSED YOU, Ken Loach. Reino Unido.

– IL TRADITORE, Marco Bellocchio. Italia.

– NAN FANG CHE ZHAN DE JU HUI (The Wild Goose Lake), Diao Yinan. China.

– MATTHIAS ET MAXIME, Xavier Dolan. Francia

– GISAENGCHUNG (Parasite) by Bong Joon Ho. Corea del Sur.

– LE JEUNE AHMED (Young Ahmed), Jean-Pierre Dardenne & Luc Dardenne. Bélgica.

– ROUBAIX, UNE LUMIÈRE (Oh Mercy!), Arnaud Desplechin. Francia.

– LITTLE JOE by Jessica HausnerAustria.

– A HIDDEN LIFE, Terrence Malick

– BACURAU, Kleber Mendonça Filho & Juliano Dornelles. Brasil.

– LES MISÉRABLES, Ladj Ly. Francia

– LA GOMERA (The Whistlers), Corneliu Porumboiu. Rumanía.

– LA PROCHAINE FOIS, LE FEU (THE ATLANTIDES). Francia.

– FRANKIE, Ira Sachs. Estados Unidos-Francia.

Drama encabezado por Isabelle Huppert durante un día de vacaciones en la histórica ciudad de Sintra.

– PORTRAIT DE LA JEUNE FILLE EN FEU, Céline Sciamma. Francia.

Ambientado en una isla de Bretaña a finales del s. XVIII.

– IT MUST BE HEAVEN, Elia Suleiman. Palestina.

El cineasta viaja a diferentes ciudades y encuentra paralelos inesperados con su tierra natal, Palestina.

– SIBYL, Justine TrietFrancia.

Drama-comedia en la que una psicoterapeuta hastiada regresa a su primera pasión: convertirse en escritora.

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La película prometida por Tarantino, dado que no alcanza a terminarla, podría ser reemplazada por Mujercitas, de Greta Gerwig, la directora de Lady Bird.

 

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SECCION «UNA CIERTA MIRADA»

Una Cierta Mirada es el segundo apartado en importancia de Cannes, por detrás de la competición oficial, y acoge películas más innovadoras y atrevidas de cineastas habitualmente menos conocidos o noveles.

Su gran premio en 2018 fue para «Gräns» (Border), del iraní sueco Ali Abbasi, en el que una aduanera de reconocida reputación duda por primera vez de sus capacidades cuando se le presenta un sospechoso por el que acabará sintiéndose atraída.

Reservada para los debuts o cintas de corte independiente y/o de uno que otro experimentado, la sección Una Cierta Mirada (Un Certain Regard) presenta al menos en teoría no solo una gama de mayor versatilidad internacional, sino también de propuestas narrativas que este año van desde el thriller y comedia, hasta el musical, la animación y el erotismo.

Un par de experimentados le dan la espalda a la Palma y muchos novatos inmiscuidos en un alto nivel de competencia fílmica,  las 16 películas que competirán en la sección “Una Cierta Mirada”

 

 

CANNES Y NETFLIX

Por segundo año consecutivo, Netflix seguirá estando ausente en esta nueva edición. La plataforma y el festival rompieron relaciones en 2018 cuando Netflix se negó a estrenar en las salas francesas sus films seleccionados en competición. Entre ellos, Roma, de Alfonso Cuarón, que terminó triunfando en la Mostra de Venecia, donde conquistó el León de Oro antes de lanzarse en la carrera de los Oscar. En un primer momento, el delegado general del Festival de Cannes, Thierry Frémaux, se mostró abierto a encontrar “un común acuerdo” de cara a esta edición, pero finalmente la norma instaurada por el consejo de administración del festival no cambiará. Las películas de Netflix no podrán verse en la Croisette.

 

Netflix no estará en Cannes este año; La premier de The Irishman se retrasa

 

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Cafarnaúm, de la libanesa Nadine Labaki

 

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Ganó el Premio del Jurado en el Festival de Cannes, donde fue ovacionada, y fue candidata a mejor película de habla no inglesa en los Oscar, además de numerosos premios internacionales.

 

Una película cambia la vida de un niño refugiado sirio y de su familia

Como un ejemplo más de cómo el cine y la realidad se entretejen en diversas relaciones de ida y vuelta, esta película nominada al Oscar, realizada por la directora y actriz libanesa, partió de una familia siria refugiada en el Líbano, y logró que hoy esa familia resida en Noruega.

Zain Al Rafeea fue descubierto en las calles de Beirut por la directora Nadine Labaki, y es el pequeño actor no profesional que protagonizó la película, en la piel de lo que era, un niño refugiado.

Cafarnaúm es el resultado de un proceso enorme: tres años de investigación por los barrios marginales, un largo casting de actores no profesionales, seis meses de rodaje y 500 horas de material. “Hay una fina danza entre la ficción y la realidad en el proyecto. Zian, el niño protagonista quiere vivir en Suecia en la película y ahora vive en Noruega. A la actriz principal la detuvieron porque no tenía papeles justo antes de rodar una escena en la que era detenida”.

 

 

Cafarnaúm es una genuina búsqueda estética y ética sobre el debate moral que plantea acerca de la condición de la infancia y de la identidad.

Tanto el recurso de corte documental como los artificios más evidentes de la ficción apuestan a recrear un mundo existente, así de salvaje e insoportable como lo muestra la directora.

Nadine Labaki, la hermosa actriz, que antes dirigió la deliciosa comedia Caramel (2006), retrato de la vida de las mujeres en una Beirut moderna teniendo al salón de belleza como escenario, aquí se pone seria y reflexiva, mostrando la crudeza de la realidad.

La clave de la realización de Labake es que con su cine busca que lo invisible, olvidado, o ignorado, sea visto. Busca hacer visible, hacer ver, uno de los mayores males de toda guerra: los huérfanos, y los niños en general, los más vulnerables.

Y paralelamente al problema de los refugiados de guerra, la directora nos muestra las penurias de los inmigrantes ilegales. El personaje de la mujer etíope encarna otro de los grupos víctimas de abusos.

Como si desde su mirada quisiera iluminar los deshechados de la sociedad.

Labaki se ocupó de investigar de manera directa la vida de decenas de niños en circunstancias similares, elemento que le otorga al filme una fuerza realista esencial.

Y el relato pega un salto desde la historia particular de este puñado de personajes para alcanzar una dimensión universal.

 

 

 

 

 

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Zain, un niño de 12 años que se ve golpeado por las míseras condiciones en las que vive su familia. Zain decide, a su corta edad, demandar a sus padres por haberlo traído al mundo.

Sus padres funcionan como explotadores se ven a sí mismos como desechos sociales, como despojos hecho sujeto que se cristalizan en padres abusivos a partir de su propia impotencia.

Nadine se reserva en el film el papel de la abogada que defiende a Zain, que acusa a sus padres de haberle traído al mundo.

La película fue recibida en el Festival de Cannes con una ovación de 15 minutos de aplausos, y recibió el Premio del Jurado.

Procedente del Líbano, Cafarnaúm y su directora, nos permiten acceder a un cine poco conocido y casi ausente en nuestras carteleras.

En cada cuadro de la ciudad que muestra la película, Labaki traza un poema fílmico de amor a Beirut, a la Beirut más pobre, y sin embargo ella ha logrado subjetivar esos cuadros y dotarlos de belleza estética.

Las calles de la Beirut de Zain y de Labaki nos meten adentro de ese mundo, formamos parte, deambulamos con los personajes.

La mirada de la directora atraviesa el celuloide, subjetiva las imagenes, las transmite tan poderosamente que podemos decir que estamos ahí.

Esta película, de un gran poder ético y estético, constituye una joya que nos interpela, nos habla, nos obliga a tomar partido, a decir lo que está bien y está mal. Porque este mundo no es el mismo despúes de verla.

 

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Películas como Cafarnaúm nos recuerdan el sentido de la dignidad humana que planteaba Kant:

«el hombre es un fin en sí mismo, no un medio para usos de otros individuos, lo que lo convertiría en una cosa.

Los seres irracionales, como los animales, pueden ser medios para, por ejemplo, la alimentación, en cambio la existencia de las personas es un valor absoluto  y, por ello, son merecedoras de todo el respeto moral mientras que la discriminación, la esclavitud, etc. son acciones moralmente incorrectas, porque atentan contra la dignidad de las personas

 

 

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Dice la directora:

«La esperanza con la que hicimos esta película es que propiciara un debate. Y es lo que la película está haciendo. El debate está abierto y la idea es llevar está película más allá: organizar talleres con las ONG que trabajen con los derechos de los niños y con políticos que quieran hacer algo. No quiero que solo sea una película, quiero llevar esto más allá y encontrar soluciones. Porque creo firmemente que una película puede ser más poderosa que cualquier discurso político.»

 Esta tercera película supone un cambio radical en su estilo, que se aproxima ahora al cine más realista y de estética documental:

«he rodado más de 500 horas de material durante seis meses y nos tomamos nuestro tiempo con nuestros actores. Empezar a entenderse a uno mismo necesita tiempo. Y es lo mío: estoy fascinada por la realidad. Tengo un problema con la palabra actuar. A los actores les pedía que simplemente ‘sean’. Sí, es un estilo con el que voy a continuar.»

 

 

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Nadine Labaki y el niño-actor Zain Al Rafeea, con el Premio del Jurado del Festival de Cannes.

 

Cuando empecé esta película, mi marido Khaled me sugirió que escribiera en una pizarra colocada en medio de nuestra sala de estar todos los temas de los que quería hablar, todas las obsesiones que tenía en ese momento. Poco después, cuando volví a ver lo que había escrito en la pizarra le dije a Khaled: Lo cierto es que todos estos temas hacen un verdadero “capharnaüm” (palabra francesa que significa leonera, desorden, caos). Y eso es la película: (un) cafarnaúm.

¿Y cuáles fueron los primeros temas que escribiste en esa pizarra?

En mis películas siempre siento la necesidad de cuestionar el sistema preestablecido y sus contradicciones, incluso para imaginar sistemas alternativos.

En los inicios de Cafarnaúm, los temas eran: inmigrantes ilegales, niños maltratados, trabajadores inmigrantes, la absurda idea de las fronteras, el hecho de que necesitemos un trozo de papel para demostrar nuestra existencia, y que puede dejar de ser válido si es necesario, el miedo al otro, el poco interés que despierta la Convención sobre los Derechos del Niño…

Sin embargo, elegiste centrar la película en el tema de la infancia…

La idea de construir la película alrededor del tema de la infancia maltratada nació en paralelo a este brainstorming. Se produjo después de un hecho desgarrador que sucedió justo en el momento en que estaba trabajando en esas ideas. Volvía de una fiesta alrededor de la 1 de la mañana. Me detuve en un semáforo y vi por la ventana a un niño medio dormido en los brazos de su madre, que estaba sentado en el asfalto, mendigando. Lo que más me impactó fue ese niño de dos años no estaba llorando; estaba profundamente dormido. No me podía quitar de la cabeza la imagen de sus ojos cerrados; cuando llegué a casa quise hacer algo con esa imagen. Dibujé la cara de un niño gritándole a la cara de adultos como si quisiera culpándoles de haberlo traído a un mundo que le había privado de todos sus derechos. Así fue como empezó a desarrollarse la idea de Cafarnáum, con la infancia como punto de partida porque, obviamente, es la etapa que configura el resto de nuestras vidas.

Entonces, ¿cuál es el tema de tu película?

Cafarnaúm cuenta la historia de Zain, un chico de 12 años, que decide demandar a sus padres por haberlo traído al mundo cuando no pueden criarlo adecuadamente, ni tan siquiera darle amor. La batalla de este chico maltratado, cuyos padres no han cumplido con su obligación, representa el grito de todos aquellos que nuestro sistema deja de lado. Una acusación universal vista a través de unos ojos inocentes…

¿Qué “palanca para la acción” representa Cafarnaúm y tu cine en general?

En primer lugar, para mí el cine es un medio que sirve para poner en cuestión lo que me rodea, a mí misma, al sistema actual, ofreciendo mi punto de vista sobre el mundo en el que vivo.

A pesar de que en mis películas, Cafarnaúm en particular, describo una realidad inquietante y cruda, soy profundamente idealista en la medida en que creo en el poder del cine. Estoy convencida de que las películas pueden, a falta de cambiar las cosas, al menos ayudar a abrir un debate o para hacer que la gente piense.

En Cafarnaúm, en vez de lamentarme sobre el destino de este niño que vi en la calle y sentirme aún más impotente de lo que ya estoy, elegí usar mi profesión como arma, con la esperanza de causar un impacto en la vida del niño, aunque solo sea ayudando a las personas a tomar conciencia de la situación. El desencadenante fue mi necesidad de poner el foco en la cara oculta de Beirut (y de la mayoría de las grandes ciudades), infiltrarme en la vida cotidiana de aquellos para los que la miseria es como un destino del que no pueden escapar.

Todos los actores son personas cuyas vidas son muy similares a las de los personajes de la película. ¿Por qué tomaste esa decisión?

En efecto, la vida real de Zain es similar (en varios aspectos) a la de su personaje. Lo mismo vale para Rahil, una persona sin papeles. Para el personaje de la madre de Zain, me inspiré en una mujer que conocí que había tenido 16 hijos y que vivía en las mismas condiciones que en la película. Seis de sus hijos habían muerto; otros estaban en orfanatos porque no podía ocuparse de ellos.

En la realidad, la mujer que interpretó a Kawthar alimentaba a sus hijos con azúcar y cubitos de hielo. De hecho, el juez de la película es juez en la vida real, yo era la única “nota falsa”. Por eso quise que mi participación fuera mínima.

La palabra “interpretación” que se utiliza para actuar siempre ha sido un problema para mí, y sobre todo en el caso de Cafarnaúm, donde la sinceridad absoluta era la clave. Se lo debía a todos aquellos a los esta película sirve como pancarta de protesta para su causa. Era fundamental que los actores conocieran las condiciones que estábamos mostrando, para darles legitimidad cuando hablaban de su causa. De todos modos, creo que hubiera sido imposible que unos actores interpretaran a estas personas con un equipaje tan pesado, personas que viven en un infierno. De hecho, yo quería que mi película se meterse debajo de la piel de mis personajes en vez de hacer el proceso contrario. Realizar el casting en la calle fue una elección obvia y como por arte de magia, porque estoy convencida de que alguna fuerza protegió a nuestra película, todo encajó. Mientras escribía mis personajes, surgieron en las calles y la directora de casting los encontró. Me limité a pedirles que fueran ellos mismos porque su propia verdad era suficiente; yo estaba fascinada, casi enamorada de lo que son, de su forma de hablar, de reaccionar, de moverse. Estoy feliz porque por encima de todo la película les ofreció un lugar donde expresarse, un espacio en el que poder exponer su sufrimiento.

Más allá de la acusación de Zain, el motor de la historia relata el viaje iniciático de un niño sin papeles…

Zain no tiene documentos así que no existe en términos legales. Su caso es sintomático de un problema que se plantea a lo largo de toda la película: la legitimidad de un ser humano. A lo largo de mis investigaciones me encontré con muchos casos similares de niños nacidos indocumentados porque sus padres no podían permitirse registrar sus nacimientos, y como resultado eran invisibles a ojos de la ley y de la sociedad. Como son indocumentados, muchos acabando muriendo, a menudo por falta de cuidados, desnutrición o simplemente porque no tienen acceso a un tratamiento hospitalario. Mueren sin que nadie se dé cuenta ya que no existen. Todos dicen, y mi investigación está allí para demostrarlo, que no les gusta haber nacido.

El rodaje comenzó poco después de haber dado a luz a tu segunda hija…

Mi hija Mayroon tiene una edad muy parecida a la Yonas; me subió la leche al mismo tiempo que a la de Rahil en la película. Esta doble experiencia, vivida en el set y en mi vida privada, me obligó a hacer malabarismos entre ambas cosas, y marcó profundamente mi relación con la película y con esta aventura abrumadora. Aunque tenía que volver a casa para amamantar entre tomas, aunque apenas dormía, una fuerza inexplicable se apoderó de mí durante todo el rodaje… Fue increíble.

Rahil es etíope: ¿fue una elección deliberada?

Inconscientemente, quería que la protagonista de esta película fuera una mujer de color. En el Líbano, muchas niñas como Rahil dejan a sus familias, a sus propios hijos, para trabajar para otras familias donde se convierten en mujeres invisibles, obligadas a desprenderse de cualquier sentimiento, del derecho al amor. Suelen ser víctimas de racismo o de malos tratos por parte de empleadores que no las ven como a otros empleados, por la sencilla razón de que son mujeres de color. No se les permite amar o tener hijos… De hecho, la escena en la que el abogado (en la que Harout tiene que fingir que se separa de Rahil para favorecer a un empleado filipino que traerá más ‘prestigio’ a la familia) encarna la incongruencia de un sistema que no solo considera a estas mujeres como su propiedad, sino que también las estigmatiza. Así que mi intención era rendir homenaje a esas mujeres porque se lo merecen.

¿Cuáles fueron las similitudes entre la película y lo que ocurrió en la vida real?

Hubo numerosas situaciones reales que aportaron magia a esta aventura. En primer lugar, el día después de que rodáramos la escena en la que Rahil es arrestada en el cibercafé, lo cierto es que la arrestaron de verdad porque no tenía ninguna documentación. No nos lo podíamos creer. Cuando empieza a llorar cuando la encarcelan en la película, sus lágrimas son reales porque ella ya había vivido esa misma experiencia. Y ocurrió lo mismo con Yonas, cuyos verdaderos padres fueron arrestados durante el rodaje. La chica que la interpreta (su nombre es Treasure) tuvo que vivir con el director de casting durante tres semanas. Todos esos momentos en los que ficción y la realidad se fundieron, aportaron veracidad a la película.

La película también aborda la cuestión de los inmigrantes. ¿Era importante?

En la película, el tema se aborda a través del personaje de Mayssoun. Para mí era importante hablar sobre ese tema a través de los niños que fantasean sobre esos viajes de los que no saben nada; son niños que son arrojados brutalmente a la edad adulta, que llevan vidas tremendamente duras en contra de su voluntad.

¿En tu opinión, esta película es más un documental?

Cafarnaúm es una ficción, pero he vivido y he sido testigo de las mismas situaciones mientras investigaba para la película.

No es una fantasía ni fruto de la imaginación; al contrario, todo lo que se ve es resultado de mis visitas a zonas desfavorecidas, centros de detención y prisiones juveniles, que visité sola, escondida detrás de unas gafas de sol y una gorra. Esta película me llevó tres años de investigación, ya que necesitaba dominar el tema, verlo todo con mis propios ojos a falta de haberlo vivido. Durante ese proceso me di cuenta de que estaba abordando una causa compleja y delicada, que me impresionó aún más porque no la conocía. Me di cuenta de que necesitaba fundirme con la realidad de esos seres humanos, sumergirme en sus historias, su ira, su frustración, para reflejarlo mejor a través de la película. Tenía que creer en la historia antes de poder contarla. La sesión tuvo lugar en zonas desfavorecidas de la ciudad, entre paredes que han sido testigos de tragedias idénticas, con un mínimo de sets y actores a los que se les pidió que fueran ellos mismos.

Sus experiencias eran directas para que resultaran creíbles. Y por esa razón el rodaje duró seis meses y acabamos con más de 520 horas de rushes.

No obstante, la idea de que un niño demande a sus padres parece poco realista…

El hecho de que Zain demande a sus padres representa un gesto simbólico en nombre de todos los niños que, al no haber elegido nacer, deberían poder exigir a sus padres un mínimo de derechos, al menos el derecho a ser amados. Quería que el juicio resultara creíble, gracias a la presencia de cámaras de televisión y de diferentes medios que ayudan a Zain a ir a juicio.

Todos los personajes de la película se reúnen en la sala del tribunal donde se desarrolla el juicio.

La idea del juicio era necesaria para dar autenticidad a la defensa de toda una comunidad de personas. Esta audiencia permite que sus voces, oprimidas e ignoradas, sean por fin escuchadas. Para lograrlo, cuando la madre de Zain se defiende ante el juez, le pedí que hiciera lo que haría si tuviera que defender su propia causa en la vida real ante un abogado. Se expresó como Kawthar y pudo decir lo que le habían prohibido a lo largo de su vida. El tribunal también está allí para ponernos ante nuestro fracaso, nuestra incapacidad para actuar frente a la pobreza y la miseria que aprisiona al mundo.

¿No es una manera de obligarnos a juzgar?

Al contrario. El tribunal existe para obligarnos a ver y a escuchar diferentes puntos de vista, opiniones distintas. Echamos la culpa a los padres y después los perdonamos.

Eso proviene de mi propia experiencia. Cuando me enfrenté a madres que habían descuidado los derechos de sus hijos, me sorprendí juzgándolas. Pero cuanto más escuchaba sus historias, el infierno que vivieron, la torpeza y la ignorancia que a menudo las llevó a cometer grandes injusticias con la carne de su carne, fue como recibir una bofetada en la cara. La idea es que te digas a ti mismo, tal y como yo hice: “¿Cómo podría permitirme odiar o juzgar a esa gente de la que desconocía totalmente sus experiencias, su realidad cotidiana?”

¿Crees que Cafarnaúm es una película libanesa?

Desde luego. Es una película libanesa en lo que se refiere al rodaje y a la localización.

Pero la historia es la historia de todos aquellos que no tienen acceso a derechos elementales, a la educación, la salud y también al amor. Ese mundo oscuro en el que se mueven los personajes simboliza una era, y el destino de todas las grandes ciudades en el mundo.

Parece que esta película marca un cambio de rumbo en tu carrera. Te alejas de tu trabajo anterior, donde parecía prevalecer cierto optimismo…

Zain logra obtener sus documentos al final de la película, Rahil vuelve a ponerse en contacto con su hijo… En la vida real, hemos conseguido legalizar su situación en el Líbano. Por una vez no quería que el final feliz se limitara a la pantalla y espero que suceda en la vida real gracias al debate que pueda suscitar la película. Cafarnaúm ha proporcionado a los actores una salida, un espacio donde se les permite gritar su sufrimiento y ser escuchados. Eso ya es una victoria.

Lazzaro felice, de Alice Rohrwacher

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Esta película, (Italia-Suiza-Francia-Alemania/2018) que fuera comprada por Netflix, compitió en Cannes y se llevó el premio al mejor guión.

De la directora germano italiana, hermana de la actriz, Alba, y realizadora de la hermosa película Las maravillas (2014), nos trae ahora nuevamente una fábula sobre inocencia y bondad, sobre un fondo de explotación y crueldad social.

Rohrwacher se pregunta, como Pasolini, porqué dejamos de admirar y buscar la belleza y la bondad.

Y así como Pasolini en La ricotta (1962) inmolaba en la cruz, como a un Cristo contemporáneo a ese ser inocente y pobre, lo más bajo y marginado de la sociedad, Rohrwacher pinta a ese Lazzaro, otro ser perdido entre lo más alejado y marginal de la escala social, para elevarlo a la categoría de otro Cristo de hoy.

Hacia el final de Edipo Rey, de Pier Paolo Pasolini, Edipo acompañado por la figura angelical se (tele)transporta desde los escenarios de un pasado mitológico al presente de la Italia de finales de los años ’60, golpeada por lo que Pasolini consideraba una profunda crisis moral.

La figura intemporal de Edipo, condenada a la ceguera después de agujerearse los globos oculares, se convertía en el testimonio trágico de un presente de confusión, mientras El personaje angelical, con su eterna alegría infantil, devenía el recuerdo de la inocencia perdida. Varias de las ideas que cuajaban en el epílogo de Edipo Rey reaparecen en Lazzaro felice, la tercera y gran película de Alice Rohrwacher.

 

 

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Mezcla de neorrealismo y poesía, marginación y mito, Rohrwacher recrea un mundo que habla de una dura situación social para referir una historia universal y eterna, para hablar de los marginados de distintas épocas y lugares.

La directora se inspiró en un caso real, publicado en los diarios de Italia: en una zona cercana a Roma, en los años 80, una mujer perteneciente a la nobleza, aquí recreada en la Marquesa Alfonsino de Luna, mantenía a los trabajadores de sus tierras en un estado de esclavitud.

La película se centra en el personaje de Lazzaro, de aspecto angelical, y su relación con el hijo de la marquesa, Tancredi.

 

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El nombre de Tancredi es emblemático en la literatura italiana, dado que remite al personaje de la novela El gatopardo, del Príncipe de Lampedusa, que fuera representado en la película del mismo nombre (1963) de Lucino Visconti por Alain Delón.

El gatopardo (Il Gattopardo) tenía como escenario a Sicilia, en un momento histórico convulcionado. Burt Lancaster era el príncipe Don Fabrizio Salina; Alain Delon  Tancredi Falconeri; y Claudia Cardinale, Angelica.

Streaming/Cannes 2018: crítica de “Happy As Lazzaro/Lazzaro felice”, de Alice Rohrwacher (Netflix)

 

La narración de Lazzaro felice produce un giro inesperado que nos llevará a otro tiempo y otro lugar, en los que los personajes, en circunstancias muy distintas, seguirán siendo los mismos.

El lenguaje de la directora es conmovedor, por el modo en que presenta las escenas grupales y situaciones representadas por los personajes simples, del pueblo, interpretados por actores no profesionales.

Son escenas de gran verosimilitud y belleza visual.

La película se abre con este tipo de escena de conjunto, muy similar al modo en que iniciaba Las Maravillas, con la escena de las niñas. Rohrwacher demuestra una maestría en el manejo de la iluminación para crear un clima de intimidad y acercamiento con el espectador.

La directora filmo esas escenas nocturnas empleando únicamente lamparitas que resplandecen en el interior del espacio escénico: una austeridad formal que sitúa el foco en las vivencias íntimas de los protagonistas.

Desde esa escala humana luego despega hacia lo histórico y lo sociopolítico gracias a la brecha central de la película.

La película está filmada en formato analógico, en 16mm, descubriendo en las texturas granulosas del cine pretérito una intemporalidad con la que hacer dialogar pasado y presente.

Y es un relato anticronológico: de una escena a la siguiente, podemos pasar de un día soleado a uno nevado. Es un tipo de cine que rompe con la ortodoxia fílmica y deviene una obra imprevisible.

 

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Lazzaro y la película toda funcionan como testigos humanos de décadas de abusos con los pobres, pero la directora prefiere apostar por cierto humor absurdo para retratar el tema.

Para eso la presencia de Lazzaro como testigo  es suficiente: su cuerpo sin peso, su mirada tierna y su sonrisa leve son todo lo que se necesita para entender lo que pasa y lo que falta en los treinta años de historia italiana que la película retrata: compasión, inocencia, amor por el prójimo.

Lazzaro funciona como un Cristo contemporáneo y la película como un cuento bíblico para estos tiempos terriblemente injustos.

“Lazzaro Feliz es la historia de una santidad menor, sin milagros, sin superpoderes”, dice la directora.

El ambiente es extrañamente atemporal en esta comunidad cuyo aislamiento queda simbolizado por el puente quebrado que unía Inviolata con el resto del mundo. Rohrwacher disemina pistas a lo largo de una narración inteligente, pero las piezas tardan en encajar.

Al final se entiende todo, o casi. Antes, la película se parte en dos cuando coinciden una serie de acontecimientos, entre la banalidad de una intervención policial y el cariz sobrenatural de milagros que imaginamos salidos de cuentos y leyendas populares. Así, tras ese quiebro, nos precipitamos al marco más concreto de un entorno urbano y actual. Los personajes han crecido, y entre ellos está ahora Alba Rohrwacher (hermana de la directora)y Sergi López, actor español.

Porque a mitad de camino Lazzaro cae y muere. El muchacho reaparece tiempo después y, al levantarse, como aquel otro Lázaro bíblico, no encuentra a nadie, recorre tristemente los resabios de una civilización extinta. Todos sus familiares, amigos y explotadores se han ido. Han abandonado el pueblo y adoptado los modos de la ciudad, que siempre estuvo más cerca de lo que creían, cruzando ese riacho que ingenuamente era visto como un confín infranqueable. Se han asimilado a la periferia romana, convirtiéndose en otra clase de pobres. Mendigan, cuando pueden cometen pequeñas estafas, sobreviven. Hacia allí, hacia ellos, se dirige Lazzaro, sin saber que su aspecto físico es exactamente el mismo, sin rastros de envejecimiento, la misma mirada luminosa en esos ojos abiertos de par en par.

Entre la fábula de gran lirismo y tono de realismo mágico, la descripción de las diferencias sociales (con el foco puesto en los más desfavorecidos) y esa capacidad infrecuente para exponer las particulares dinámicas internas en grupos familiares muy particulares, Rohrwacher regala una película bella, exigente, evocativa y de efecto movilizador.

Rohrwacher emplea este salto temporal hasta una Italia contemporánea para plantear una cierta continuidad en los modos de opresión del poder sobre la ciudadanía: si antes eran los terratenientes los que oprimían a sus trabajadores, hoy es la banca –y los poderes facticos y culturales en su conjunto– la que ha tomado el control de la sociedad, liquidando por el camino todo rastro de humanidad.

La escisión de los distintos escenarios pone en juego una reflexión acerca del modo en que los mitos y leyendas dan forma a una consciencia colectiva, se transmiten a través de la oralidad y tienen su eco en vivencias contemporáneas.

La película es un genial retrato de la bondad y la miseria, un amargo canto a la vida de los pobres. Por eso esa temáticamente unida a los maestros del neorrealismo, de Fellini, de Pasolini o los hermanos Taviani. Pero profundizando su propio camino y experimentando nuevos recorridos.

Esta talentosa y sensible directora nos depara un nuevo descubrimiento con cada una de sus películas.

 

Con esta fábula la directora nos compele a que volvamos a creer en milagros y nos pide que volvamos a buscar la bondad, lo que no es poca cosa en el mundo de hoy. Su cine es un canto moral y filosófico.

 

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