Malik hace un cine poético que va profundizando y reiterando, con cada nueva película.
Su lenguaje fílmico es particular, lleva su marca, su estilo único. Están los que lo adoran y sus detractores, que consideran su cine es pretencioso, vacío, preciosista y aburrido.
Lo cierto es que es enigmático, huidizo, complejo y apasionante. Y con muy pocas películas se constituyó en una de las figuras más reconocidas del cine de autor de EEUU.
Es productor, guionista y director de sus films, que presenta siempre en festivales internacionales: Knight of cups se presentó en el Festival de Berlin 2015 y este año se exhibe en el Festival de Venecia su nueva película, Weightless, protagonizada por Natalie Portman, Ryan Gosling, Christian Bale, Rooney Mara, Cate Blanchett y Haley Bennett.
Lo que en su cine previo era un recurso utilizado en algunos momentos, en las últimas películas pasó a ser el concepto central de su forma de entender y realizar cine.
Planos breves y en ángulos extraños, acompañados por música y/o una voz en off que reflexiona o habla lacónicamente, desarrollando un discurso existencial sobre el sentido o la falta de sentido de la vida, sobre el vacío espiritual.
La subjetividad del siglo XXI es vista y diseccionada desde una ciudad de Los Angeles rica, opulenta, en el corazón de la industria del cine.
Tecnología, modernidad, estilismo, todo lo que conforma ese mundo es confrontado e interpelado desde un requerimiento espiritual.
El discurso filosófico es sostenido por lo impactante de las imágenes visuales. Malik posee como ningún otro director la capacidad de crear momentos de tremenda belleza, epifánicos, en los que la estética es tan impresionante que crea emotividad.
En las imágenes de Knight of cups seguimos el derrotero del monólogo del protagonista, al tiempo que divaga por los diferentes paisajes geográficos. No para nunca de moverse, de caminar, de pensar. Malik nos mantiene continuamente en movimiento: el movimiento del personaje, del pensamiento y sobre todo de las imágenes, las tomas desde perspectivas originales no dejan de impactar en la retina.
Al retratar la vida contemporánea en Los Angeles, en el corazón de la industria, su cine ha incorporado imágenes no usuales.
Malick mira, observa y filma una ciudad moderna que podría ser cualquier metrópoli.
Sus películas anteriores transcurrán en pueblos chicos, en el campo o en el pasado.
Las imágenes y composiciones que obtiene en estos escenarios naturales, la playa o el desierto, son impactantes. Y transforma Los Angeles , las casas de los “ricos y famosos”, y Las Vegas, las fiestas y esa especie de orgías, en una mezcla de paraíso decadente y escenario de película de ciencia ficción.
Malick tiene un ojo único para capturar las sensaciones que transmiten los lugares, dándoles a la vez un carácter realista y creíble y, paralelamente, un clima de ensoñación y fantasía. La forma en la que la cámara capta Los Angeles consigue algo que pocas veces se ve en el cine: la combinación entre esa ciudad que parece poco interesante y hasta plana por fuera pero que se revela compleja y hasta decadente por dentro.
Malick logra en ese tipo de combinaciones, convertir el espacio en una sensación física y mental.
En lo que es posible reconstruir de la historia (los tiempos van y vienen, los textos en general son más reflexiones que intentos por narrar convencionalmente algo) el relato está organizado en base a capítulos, que corresponden cada uno con una carta del tarot, como eje narrativo.
El ángulo religioso, ético, psicoanalítico, de búsqueda existencial,sigue siendo central en el cine de este director.
Lo que la voz o las voces en off dicen, murmuran, reflexionan, es un hilo de sentido religioso, psicoanalítico, místico, que por momentos se vuelve pomposo y hasta bordea el ridículo.
KoC-03190_R_CROP (l to r) Christian Bale stars as ‘Rick’ and Cate Blanchett as ‘Nancy’ in Terrence Malick’s drama KNIGHT OF CUPS, a Broad Green Pictures release. Credit: Melinda Sue Gordon / Broad Green Pictures
Lo fascinante y a la vez frustrante de la película, y del estilizado sistema audiovisual de Malick, es que logra mantener el interés del espectador básicamente sin narrar nada más que estados mentales, impresiones, sensaciones, como si todo el filme fuera una pintura viva, en el que importan más que nada los movimientos y la combinación sensorial de los distintos elementos en el plano. La mayoría de las escenas no tienen diálogos y, cuando lo tienen, aparecen y desaparecen como si se oyeran de casualidad, rápidamente reemplazados por música o por la temida voz en off.
Con esta grandiosa capacidad creativa llega a un impresionismo fílmico y casi barroco que lo une a cineastas como Wong Kar-wai. Tienen en común esas filmaciones que se vuelven extensísimas, guiones que se alteran todo el tiempo, voces en off que “unen” retazos sueltos y, básicamente, imágenes bellísimas.
El protagonista trabaja para Hollywood, por lo que la película es reveladora de lo que piensa Malick de la industria. Las fiestas decadentes con mujeres bellísimas (a quien filma con un ojo bien de fotógrafo publicitario, y puede resultar cansador ), las mansiones en las que los personajes viven y la falsedad de los estudios con sus reconstruidos escenarios urbanos son las imágenes que Malick elige para mostrar esa decadencia de la industria y de los que “trabajan” en ella. A la vez que es un universo que resulta fascinante y atractivo para los que viven en él, el director posa su ojo crítico para mostrarlo y desmenuzarlo frente al público.
Retrata la tristeza de los niños ricos, las crisis de jóvenes bellos y millonarios que solo podrán salvarse teniendo un contacto más real con el mundo, con la naturaleza y con los que sufren. Es mostrado como un universo que bordea lo fantástico pero que a la vez es extrañamente real.
Lo que cabe preguntarse frente a tanta estilización visual, es si ésta logra plasmar un mundo de significado, un relato que pueda llegar al espectador, o es sólo fuegos artificiales, impactantes y bellos, que quitan el aliento por unos segundos, pero efímeros, y que al apagarse solo dejan el humo en el aire.
El cinéfilo
Walker Percy
«El cinéfilo», novela de Walker Percy
(The moviegoer, 1961. Trad.al español en Alfaguara, 1990)
Para esta película Terrence Malik toma como referencia una novela de Walker Percy (1916-1990) muy premiada y reconocida en EEUU, considerada como una de las mejores cien novelas del s. XX .
El autor es profundamente religioso e hizo su conversión al catolicismo, lector de Kierkegaard y Dostoievsky, melancólico y proveniente de una familia marcada por los suicidios de su abuelo y sus padres.
Percy se pregunta: ¿Cómo es posible que el hombre moderno, con sus necesidades satisfechas, esté deprimido? ¿Por qué está tan triste?». Pone en boca del personaje:
“…aprendiendo únicamente a reconocer la mierda cuando la veo, no habiendo heredado de mi padre más que un buen olfato para la mierda, para cualquier tipo de caquita que revolotee en el aire (mi único talento), oliendo a mierda venga del barrio que venga, viviendo de hecho en el siglo de la mierda, en la gran cagada del humanismo científico donde se satisfacen las necesidades y todos se convierten en un cualquiera, en una persona entusiasta y creativa que medra como un escarabajo estercolero, donde el uno por ciento de las personas son humanistas y el otro noventa y ocho cree en Dios, y donde los hombres están muertos y requetemuertos, y el malestar se ha aposentado como polvo radioactivo…»
El protagonista de novela, Binx Bolling, es un exitoso corredor de bolsa, que tiene amoríos con sus secretarias, y sin embargo, pese a su buen pasar, se siente insatisfecho y recurre a las imágenes de los actores y de las películas para escapar del hastío. Logrará su redención a través del matrimonio con Kate.
El epígrafe de Kierkegaard que encabeza El cinéfilo afirma que el hombre verdaderamente desesperado es aquel que no es consciente de su desesperación (“… la cualidad específica de la desesperación es exactamente ésta: no tener conciencia de ser desesperación” )
En una entrevista dice el escritor respecto al personaje de su novela: «En Binx es una rebelión metafísica, una búsqueda de significado.» Esto podría perfectamente referirse a Rick, el personaje interpretado por Christian Bale.
Esta referencia nos puede ayudar a desentrañar el relato que desarrolla la película. Dado que la estética dificulta una lectura lineal, tomamos algunos signos que nos pueden dar la clave para su interpretación.
La posibilidad de redención de Rick en Knight of cups parece darse hacia el final, y digo «parece» porque se insinúa veladamente. El punto de quiebre o cambio está representado por el discurso del cura, que da un sentido al sufrimiento, como un regalo de Dios, «más precioso que la felicidad».
Las imágenes finales pueden reflejar lo apacible de la vida familiar.
Tanto Malik , que nació y vive en Texas; como Percy, son hombres del sur, y adherentes y estudiosos del existencialismo filosófico. Tal vez por ello, y conocedores del sentimiento religioso, actualizan esas ideas en las historias que narran.